Mi hijo adolescente volvió a casa un día y me dijo: –Mamá, no soy un completo inútil. Por lo menos sirvo de mal ejemplo.—Y lo abracé y le di un beso, con una sonrisa en mi cara…¡ha aprendido a ver las cosas con humor! He sembrado un poco de humor en mis hijos, y ahora puedo disfrutar de la bendición de cosecharlo de mis hijos. Ya que el humor es imprescindible para no sólo soportar, sino para salir adelante airosos en nuestras luchas diarias. No podemos darnos el lujo de andar con la cara larga y con palabras amargas. Hay un dicho que dice: «que más vale aprovechar bien la vida, ya que estaremos muertos por mucho tiempo».

(Photo y: AdobeSpark)
Pero, ¿qué tendrá que ver el humor con los problemas diarios? El humor tiene que ver con mirar a las cosas desde una perspectiva de esperanza. Una persona sin esperanza no tiene humor. No le ve la gracia a nada de lo que le rodea. ¿Quieres arruinarle el día a un amargado? ¡Dale un sonrisa! Un pesimista es quien no ve las horas de llegar al futuro para mirar atrás con remordimiento. ¿Así queremos vivir? En cambio, una persona con humor refleja un chispazo de esperanza en su vida.
Se analizó que los hombres que tienen problemas cardíacos son personas con poco o nada de sentido del humor, que se toman la vida demasiado en serio. Sin embargo, observen a los pacientes internados en un hospital. ¿Quiénes son los que rápidamente se sanan? Los que tienen mayor fe, los que tienen mayor sentido del humor. El cascarrabias…¡ni siquiera quiere mejorarse! Dirá, ¿Y para qué?
¿Quiénes tienen mayores posibilidades de obtener un puesto de trabajo, un ascenso…? ¡Adivinaron! La persona con buena actitud. Analizando las características para un empleado, lo que más se valora es una persona con la habilidad de llevarse bien con los demás.
El optimismo corre en primer lugar. Ahora, claro, optimismo suena a un esfuerzo, pero en realidad surge de una actitud. Si tenemos fe en Dios, tenemos todas las razones para tener una actitud correcta. Y tener humor no quiere decir que uno ignore la realidad de la vida. Al contrario, el humor ve los problemas y los enfrenta con la herramienta disponible a cada una de nosotros: una actitud de victoria, esperanza. Es ver los problemas como desafíos para crecer.
El humor sano no es ciego, ni tampoco se sirve de las desgracias. No se burla de otros. El humor sano resulta de un pensamiento interno que dice, «La vida hay que aprovecharla al máximo, y no hay que perder tiempo en amarguras».
Cuando se rompe un plato en la cocina, cuando se vuelca un vaso, cuando hay situaciones donde se podría reaccionar con enojo, ¿por qué no elegir reírnos, y reírnos en primer lugar de nosotros mismos? Es un hábito saludable comunicar una actitud de sano desprendimiento de tanta cáscara de seriedad.
Pequeños consejitos para ser una persona con mayor sentido del humor:
• No hables mal de ti mismo. «Me salió mal la torta». «Siempre soy un desastre…»
• Ni hables mal de otros. ¿Qué ganamos con esto?
• Habla con palabras agradables, con un entusiasmo contagioso.
• No dejes que las personas negativas contaminen tu fe…sino busca que tu influencia de esperanza sea mayor.
• Lee la Palabra de Dios con nuevos ojos. ¡Hay un increíble sentido del humor en la Biblia! ¿O qué harías si alguna mañana tu automóvil te hablara para retarte?
Descubre esos pensamientos interiores que destruyen tu fe. «No se puede». «Nadie me tiene en cuenta». «Y a mí cuándo…» Estos pensamientos negativos resultan de áreas que no han recibido la luz de la Palabra de Dios.
Dale prioridad a los momentos de alegría y esparcimiento en tu vida, con tu cónyuge, con tus hijos, con amigos…El tiempo en familia debiera ser un momento grato, tranquilo. ¡Dejemos de andar reprochando y sermoneando todo el tiempo!
Piensa y analiza, ¿qué recordarán mis hijos de mí? ¿Qué recordarán mis amigos? ¿Qué clase de persona soy? La verdadera expresión de un cristiano no es un suspiro, sino una canción. ¿A qué grupo perteneces, al que suspira o al que canta?
(autor desconocido)
Deja una respuesta