He meditado mucho en la idea de lo que significa estar “listo” para el ministerio. En el mundo consideran que una persona está cualificada en el campo de lo que ha estudiado, cuando cuenta con cuatro años de colegio, un título y, un poco de experiencia. Sin embargo, cuando se trata de trabajar en el Reino ¿se hace de esa manera?

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Estas son preguntas que me he estado preguntando mucho, porque aterricé en el ministerio – sin necesidad de formación (para los estándares del mundo) y, sin embargo, aquí estoy.
Mis primeras semanas de trabajo en la iglesia fueron difíciles. Me sentía que no pertenecía – no porque alguien me hiciera sentir de esa manera, sino porque no tenía un pedazo de papel colgando en la pared de mi oficina. No tenía ningún mérito para presumir o cualquier insignia de honor que mostrara que me había graduado de una escuela impresionante con un grado de ser espiritual. Qué raro suena eso.
Sin embargo, creía que Dios me había puesto allí, así que bajé mi cabeza y me puse a trabajar. Todos los días, luché con voces en mi cabeza que me decían que no tenía lo que se necesita. Que no estaba lista. Que iba a arruinar totalmente el grupo de jóvenes, porque no tenía un título. Debido a que, todo lo que tenía para trabajar era el Espíritu Santo. Sólo el Espíritu Santo, solo él.
Me di cuenta que era lo único que tenía, y era la única cosa que Cristo dijo que iba a necesitar. Ahora bien, no me malinterpreten, no estoy en contra de seminario o de obtener un título en el ministerio. En realidad quise ir a la escuela muchas veces. (Pero al parecer, Dios tenía una idea en mente diferente para mí … seguía teniendo bebés). Por lo tanto, al prepararme para mi primer sermón como “líder” oficial de la iglesia, comencé a batallar enormemente contra mi propia duda y autocrítica.
Mientras la mirada se perdía en mis notas, el Señor habló:
Anna, ya luchaste con tu león y tu oso. Inmediatamente, me acordé de David. Este niño pequeño pastor que no tenía ningún entrenamiento. Cuando David se ofreció a pelear contra Goliat, el rey le ofreció su propia armadura, pero David no podía moverse en ella debido a que la armadura no se hizo para él. El sabía cómo luchar – sólo que su armadura no se parecía a la que estaban acostumbrados. Parecía ordinaria, simple y sucia.
Se veía como un pastor.
Mientras David estaba cuidando sus ovejas, el Señor le estaba entrenando para luchar. Aprendió en un león y en un oso a luchar cuando no había nadie alrededor. La armadura del rey no funcionaba porque no era para David. Él sólo necesitaba una honda y algunas piedras; eso era todo, porque así es como le habían enseñado.

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David hizo lo que todo un ejército equipado con armadura, equipo de combate y entrenamiento militar no podía. Mató a Goliat con una piedra.
El Señor usó esa historia para decirme que dejara de tratar de llevar la armadura de otra persona. Puede ser que esa otra armadura sea lo que la gente espera, está acostumbrada, puede incluso ser la mejor, como la que utilizan los reyes, pero si no es suya, no le va a funcionar.
¡Use sus armaduras sin importar lo que parezca! Cualquiera que sea con lo que el Señor le ha equipado en el interior de sus cuatro paredes, utilícelo.
Estamos en una temporada en la que Dios está levantando la amas de casa, los porteros y los conductores de taxi. Está tomando al ignorado, desapercibido y descalificado y está derramando su Espíritu en ellos. En salas de estar, dormitorios, cuartos de baño y coches en todo el país, se está revelando a las personas que no tienen miedo a buscarlo. Aquellos quienes no están allí por el título o la gloria – sino simplemente por amor a Él. Los está desbaratando, cambiando, reforzando, sanando, restaurando, moldeando y dándoles una forma poderosa para hacer temblar el reino de las tinieblas.
Dios está levantando guerreros para hacerse cargo de los Goliat de esta generación. Pero ellos no se ven como usted piensa que deberían. Se parecen mucho a David. Esta es una buena noticia para usted y para mí. Todo lo que se requiere es la entrega completa, absoluta a Dios. Estando a solas en su habitación, búsquelo, adórelo y pídale que le hable y lo transforme por completo en el guerrero que está destinado a ser.
«Pero Dios eligió a los que, desde el punto de vista humano, son débiles, despreciables y de poca importancia, para que los que se creen muy importantes se den cuenta de que en realidad no lo son». 1 Corintios 1.27-28 (Traducción en Lenguaje Actual)
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