La clave en la educación de un adolescente estriba en mantener un balance. Levantar un muchacho sano requiere de una instrucción equilibrada. En ocasiones hay que ser firmes y consistentes con las normas que se establecen en el hogar, pero dentro de ese estilo estricto y rígido, también hay a que dar espacio a la flexibilidad, pues esto es justo y saludable. Ir a los extremos siempre es peligroso, y hace vulnerable una relación. Es tan nociva la rigidez como la blandura. La educación balanceada es la clave.