Las vasijas de barro de todas formas y tamaños eran utensilios valiosos en los hogares de la antigüedad. Nuestros antepasados usaban grandes tinajas para almacenar agua y aceite; empleaban cántaros para acarrear agua y frascos de terracota para guardar perfumes.

(Photo by: Unplash)
Las vasijas de barro para almacenamiento se llenaban de granos y otros alimentos. Las amas de casa usaban cazuelas de barro para cocinar. En las comidas, usaban utensilios de barro como platos y tazones. En la noche iluminaban las casas con lámparas de barro.
Los alfareros que fabricaban estos utensilios tan necesarios eran parte muy importante de la economía de los antiguos pueblos y ciudades.
Un alfarero moderno describió su artesanía de la siguiente manera:
—Mis dos manos dieron forma a esta vasija. Y el lugar en el que se forma en realidad es uno de tensión entre la presión aplicada en el exterior y la presión de la mano del interior.
Así ha sido mi vida. Tristeza, muerte e infortunio y el amor de los amigos y todas las cosas que me han sucedido en la vida que ni siquiera elegí. Todas influyeron en mi vida. Sin embargo, hay cosas que creo tengo dentro de mí: mi fe en Dios y el amor de algunos amigos que actuaron en mí. Mi vida, al igual que esta vasija, es el resultado de lo que ocurrió en el exterior y de lo que sucede en el interior de mi vida. La vida, como esta vasija, se forma en lugares de tensión.
A lo largo del día quizá nos sintamos regulados por el estrés, abrumados por las responsabilidades y presionados por los retos que nos acosan desde el exterior. Sin fortaleza de espíritu en nuestro interior, esas dificultades nos llevarán al derrumbe bajo presión externa.
Durante este descanso, alimenta tu espíritu con las Escrituras. Esto te mantendrá fuerte, renovado y restaurado por dentro. Puedes responder con fortaleza interior y creatividad a lo que de otra manera te derrotaría.
Recuerda tu vida interior te da las fuerzas que necesitas para convertirte en una persona útil en la familia de Dios.
16 Por eso no nos desanimamos. Aunque nuestro cuerpo se va gastando, nuestro espíritu va cobrando más fuerza. 2 Corintios 4:16—Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Fuente: Momentos de Quietud con Dios, Editorial UNILIT
Deja una respuesta