Mis abuelos trabajaron la tierra cuando aún vivían, yo crecí viendo cómo cultivaban los campos que estaban bajo su administración. Sin embargo mi abuelo paterno fue minero por muchos años antes de abandonar las profundidades para trabajar al aire libre, en el campo; en cambio mi abuelo materno fue campesino toda su vida. Así que por uno u otro lado llevo en mi sangre eso de “trabajar la tierra”.

(Photo by Adobe Spark)
Así las cosas, al igual que mis abuelos yo también trabajo la tierra, aunque de manera distinta. Verán, yo trabajo en la mente y corazones de mis seguidores, siembro los principios necesarios que necesitan para mejorar sus vidas, verdades universales aplicables a todo tipo de personas. Por eso mi lema de vida es éste: “Guiar a las personas hacia Dios ayudándolas a mejorar sus vidas”. Se los pongo de esta manera: Los profesores enseñan, los médicos curan, los carpinteros edifican, yo -con la ayuda del Señor-, construyo vidas. Soy una especie de agricultor, alfarero y arquitecto a la vez, en palabras técnicas, “un mentor de vidas”.
Selecciona la tierra
Una de las cosas que aprendí con mis abuelos es ésta:

(Photo by: Adobe Spark)
“Hay diferentes tipos de tierra, algunas son más productivas que otras. Saber distinguirlas y sembrar en aquellas que son buenas será clave para asegurar una mejor cosecha”. Aunque debo aclarar que ellos no me dijeron esto tal y como lo acabo de escribir, la verdad es que apenas hablaban -eran hombres introvertidos y un tanto rudos-, pero deduje esta enseñanza viendo cómo seleccionaban la tierra para la siembra, deducción que me ha servido hasta el día de hoy.
Pero la Biblia sí es clara con respecto a este tema. Ella nos dice que debemos aprender del sembrador, aquel hombre que siguió sembrando hasta que encontró buena tierra y allí esparció su preciosa semilla. El relato lo encontramos en Mateo 13:3-8.
¿Qué aprendemos del Sembrador?
- Era sabio: Deducimos esto porque de haber sido un hombre necio habría esparcido toda su semilla en mal terreno, pero lo hizo en buena tierra. Supo distinguir la buena de la mala tierra (la buena tierra son las personas, situaciones, entidades u organizaciones en las que vale invertir, no lo olvides, la buena tierra son las oportunidades que el Creador te da). Un necio no podría hacer esto -distinguir las malas tierras de las buenas-, así tuviese frente a sus narices las mejores oportunidades para triunfar, su necedad simplemente le impide ver las bendiciones de Dios. Por eso es importante que le pidas al Padre te ayude a distinguir aquello en lo que vale la pena invertir de aquellas cosas, situaciones o personas que hay que dejar de lado.
- Era trabajador: El sembrador no se quedó en casa pensando en cómo sería su futuro soñado (si bien pensar, planificar y organizar es importante, nada de esto se consigue quedándose en la oficina) sino que salió y ejecutó las ideas que se vinieron a su mente…, esto es “sembrar”. Esto nos enseña que “las ideas nacen muertas sin el debido trabajo”. En Proverbios leemos: “¿Has visto a alguien diligente en su trabajo? Se codeará con reyes, y nunca será un Don Nadie” (22:29).
- Era ambicioso: A veces pensamos que la ambición es mala “porque así se nos ha enseñado”, pero la verdad es que nada malo hay en ser ambicioso si sabemos equilibrar este concepto. Debemos aprender a “ser ambiciosos y contentos a la vez”. La sana ambición nos permite aspirar a mejores cosas en la vida. Si el sembrador no hubiese sido ambicioso quizá se habría conformado con que las semillas cayeran entre los espinos y una vez allí “esperar en la voluntad de Dios”, pero él quería una buena cosecha, por eso siguió buscando hasta encontrar la buena tierra (Mateo 13:8).
Invierte en la buena tierra
La vida me ha enseñado varias lecciones, algunas han sido difíciles de aprender pero lo he conseguido. Una de esas lecciones es ésta: “Es de sabios invertir recursos en aquellas tierras, es decir personas, situaciones o cosas que aseguran buenos frutos”. Así entonces invertir recursos, ya sean financieros (dinero), recursos emocionales (buenos sentimientos), recursos espirituales (por ejemplo: oración), recursos mentales (ideas) y otro tipo de recursos, será crucial para mejorar nuestra vida y la vida de los que nos rodean.
Se los pongo así, y disculpen que pondré de ejemplo lo que yo vengo haciendo desde hace algunos años: Todos los meses diezmo de mi salario a la organización cristiana donde me desenvuelvo -independientemente de que creas o no en el diezmo, para mí es un principio financiero real y que funciona-. En fin, yo entrego la décima parte de mis ganancias a esa Organización la cual es “un tipo de tierra”. Pero también hago otros diezmos extras a “otras tierras tan buenas o mejores como la mencionada”. Selecciono personas cuyos ministerios, fundaciones o trabajos aportan a la humanidad con causas nobles que van de acuerdo con la Biblia, que honran a Dios y traen beneficio a muchas personas…, entonces les aporto capital financiero, en otras oportunidades les brindo seminarios gratis, o una mentoría personalizada al líder del ministerio o me hago socio en oración de dicha causa, en fin. ¿Saben lo que estoy haciendo en realidad? Estoy invirtiendo en diferentes tipos de “buena tierra”, pero debes entender que si bien todas las tierras donde invierto son buenas, algunas son más productivas que otras (¡así es la vida! hay mejores personas que otras, mejores organizaciones que otras, mejores líderes que otros); sin embargo, he aprendido a distinguirlas y aportar más dinero, más recursos mentales, más recursos espirituales y emocionales en aquellas tierras que estoy seguro darán más fruto.
¿Cómo distinguir las buenas tierras?
Lo acabo de escribir en el párrafo anterior, pero si no estuviste atento lo menciono más claro a continuación. Las características de una buena tierra son:
- Primera característica: Una buena tierra es aquella que glorifica a Dios. Puede ser una persona en particular, un ministerio, una fundación, una organización, una causa benéfica. En fin, esta tierra debe dar gloria a Dios por sobre su causa misma ya sea por testimonio de vida o por su trabajo en sí. Uno se da cuenta inmediatamente cuando esa “tierra” alaba a Dios o simplemente se alaba a sí misma. Su propósito primero es dar a conocer a Dios por medio del servicio, producto o emprendimiento…, y para que sea buena tierra su testimonio ha de ser excelente.
- Segunda característica: Una buena tierra es aquella que ayuda a muchas personas. La ayuda puede consistir en algo material, físico, emocional, mental, espiritual, etc; es decir, todo aquello que permita a las personas experimentar crecimiento, mejoría en su calidad de vida, superación personal. Entre más se ayuda a las personas, la persona u organización que lo hace tiene más probabilidades de ser fértil y por tanto convertirse en buena tierra. Ahora bien, “no todo lo que brilla es oro”; hay causas que ayudan a las personas pero en esencia no glorifican a Dios sino a un partido, una marca, una ideología, en fin, hay que saber discernir.
- Tercera característica: Una buena tierra es aquella que produce ganancias integrales tanto para los miembros de la organización como para los que aportan a esa tierra. Este tipo de tierra se trata de personas u organizaciones en las que tú ves crecimiento en todos los sentidos (personas, ministerios o fundaciones que siempre están creciendo, mejorando, maximizándose) y que además al invertir en ellos, tú mismo experimentas crecimiento en más de un sentido. Cuando -por ejemplo-, das un donativo a este tipo de tierra sueles experimentar una devolución con creces en tu propia vida y te das cuenta de ello. Pero ojo, por “devolución” no se ha de entender a “dinero solamente”, la vida es sabia y te devuelve donde más necesitas, no donde crees merecer; en realidad es Dios honrando el principio de la siembra y la cosecha. En este sentido he aprendido a donar mis recursos a ciertas personas y a otras simplemente no, ¿por qué? Sigue leyendo.
La fórmula del 30, 60 y 100 por uno
En la Biblia, específicamente en la parábola del sembrador encontramos una fórmula sencillamente genial, una ecuación que se cumple en todos los ámbitos de la vida, la ley de los promedios: “Pero las otras semillas cayeron en buen terreno, en el que se dio una cosecha que rindió treinta, sesenta y hasta cien veces más de lo que se había sembrado” (Mateo 13:8).
¿Cómo interpretamos este verso?
- Lo primero que vemos aquí es que si sigues promoviendo una buena idea con suficiente frecuencia en algún momento dará fruto -será oída, apoyada, comprada, compartida-, y el resultado será al principio de un 30% de ganancia, luego subirá a un 60% y llegará el día en que esa idea -producto o servicio-, tendrá una ganancia del 100% por sobre la inversión que se hizo. Pero para llegar a este nivel debes sembrar primero, no puedes pretender conseguir cien por ciento de resultado de una sola vez sin antes haber pasado por los niveles del treinta y el sesenta, es la ley de los promedios, una ley cósmica e irrefutable.
- Este verso también nos enseña que hay diferentes tipos de buenas tierras (seguramente esto ya está claro, pero voy a insistir). Hay tierras fértiles que rendirán sólo el 30% de tu inversión, otras el 60% y por supuesto existen las que rinden 100% de lo que se invierte en ellas. ¿A qué me refiero? Hay personas u organizaciones “buenas”, pero dentro de este radar de buenas tierras hay unas que sobresalen de otras, si bien todas son buenas hay algunas que son sencillamente “mejores”.
- Por último, este verso nos enseña que debemos invertir no sólo en las “mejores tierras” -las del 100%-, también debemos hacerlo en las del treinta y sesenta por ciento, ¿por qué? “porque no debemos poner todos los huevos en la misma canasta”, hacer esto es poco sabio y egoísta. Nuestros recursos, por poquitos que sean, deben ser bien invertidos en personas u organizaciones que están bien consolidadas (las del 100%), pero también en tierras -personas u organizaciones-, cuyos resultados aún no son tan buenos como las del cien, pero que se nota que algún día llegarán a ese nivel. Esas personas nunca olvidan a quienes estuvieron con ellas en sus inicios. Y esto me recuerda lo que mi amigo Verlo Araya me dijo un día citando magistralmente Las Escrituras: “Aunque tu principio fue pequeño, tu futuro será enorme” (Job 8:7).
¡Yo quiero ser buena tierra!
Como ustedes saben soy un hombre de disciplina -o al menos intento serlo-. Por lo que todos los días le pido a Dios por siete peticiones específicas. Una de ellas es ésta, se las comparto cual penitente a su confesor:
“Señor, gracias porque has puesto en mí habilidades, talentos, dones y capacidades únicas, las mismas que trato de perfeccionar todos los días para gloria tuya, para beneficio de muchos y para producir por medio de esas habilidades los recursos que mi familia y yo necesitamos. Ayúdame Señor a ser buena tierra, a llevar mucho fruto, a devolver a los que creen en mí 100 veces más de lo que invirtieron. Gracias porque soy un hombre bendecido, gracias porque has puesto en mi camino a muchos socios que han creído en mí; algunos leen mis publicaciones, otros ven mis vídeos, hay quienes escuchan mis audios, varios siguen mis enseñanzas y algunos me contratan para dar seminarios en sus organizaciones. Gracias oh Dios porque esos actos son inversiones que esta gente hace en mí. Pero también agradezco a quienes desinteresadamente oran por mí, y me apoyan de diferentes maneras desde países lejanos y desde mi propia iglesia local, personas que no conozco en persona y a otras sí. Padre, gracias porque ellos han creído que yo soy buena tierra, me lo han dicho y eso me estremece porque no me siento digno. Por eso te pido Espíritu Santo, ven y haz de mí la mejor tierra en la que se pueda sembrar para que aquellos que apoyado de una y mil maneras tanto en lo económico como en lo espiritual. Sí, Señor, ¡quiero ser buena tierra! Amén”.
Gracias por compartir este artículo, muy interesante y muy alentador, yo también quiero ser tierra fértil y dar buenos frutos para la honra y gloria de Dios. Confío Dios lo siga bendiciendo y siga sembrando y cosechando buenos frutos . Dios lo bendiga . Gracias de nuevo por compartir sus enseñanzas .
Muchas gracias hermano en Cristo Gabriel , su artículo de la interpretación del sembrador me ayudó a comprender y entender más en todo ámbito de mi vida, se lo agradezco de corazón , declaró bendición para su familia y todo lo que emprenda, desde Perú 🇵🇪 Mi familia y yo le mandos muchos saludos.
Dios te bendiga y te siga usando para intruir y traer las almas al camino eterno la senda antigua. El todo del hombre es el temor a Jehova.
Gracias, José, sus palabras nos alientan a seguir publicando. Que Dios le bendiga.
Me llamo mucho la atención su articulo, me ha edificado muchísimo, su interpretación de la parábola del Sembrador esta apegada a lo que dice la palabra y lo lleva a un lenguaje donde podemos entender con mayor claridad,
Quiero hacerle unas preguntas referente a este articulo
¿Cuáles son las preguntas, que tendría que hacerse el lector.?
¿Quiere que el Lector medite en ello?
¿Cómo lo logra?
de antemano muchas gracias por compartir lo que Dios le ha brindado, declaro salud y muchas bendiciones para usted y su familia.
saludos..