¿Quién dijo que para tener éxito hay que sacrificar la familia? ¿Quién dijo que para llevar a una empresa a la cumbre es indispensable echar a un lado los valores; la honestidad y la fidelidad a la justicia? ¿Quién, quién, dijo tales falsedades?
Cuando el éxito está sostenido en tales aseveraciones que son monumentales disparates, se está promoviendo un retroceso a la edad de la oscuridad que solo ve lo material como medida de progreso y desarrollo humano.

(Photo by: Unplash)
¿Y qué de la confianza? ¿Y qué de la saludable convivencia familiar? ¿Y qué de la solidaridad humana? ¿Y qué de la sensibilidad que impulsa una conducta promotora de la justicia? ¿Acaso estos y muchos más no juegan un importante papel para alcanzar una mejor calidad de vida?
El verdadero éxito es el producto de una vida balanceada, equilibrada en la que hay cierto grado de orden. Porque de nada vale tener una abultada cuenta bancaria y no puedas sentir la satisfacción de ser padres orgullosos de unos hijos de vidas dignas. Todo porque entre otros errores le diste más importancia a conquistar el mundo pero escaso y pobre tiempo a fortalecer los lazos familiares. Compartir con ellos, acompañarlos y mostrarle, con tu vida, lo valioso que es vivir en el bien valorando el bien como el mejor norte para una noble existencia.
Sencillo, cuando el éxito es sinónimo de llegar a la cima pisoteando, aplastando y menospreciando los detalles importantes de la vida; podría llamarse todo menos éxito verdadero. Porque todavía no he sabido de que las ganancias económicas abrazan, acarician y podrían decirte: «¡Estoy orgulloso de ti!»
____________
Mejor tener buena fama que mucha riqueza; la buena fama es mejor que la plata y el oro. —Proverbios 22.1
21 Pues donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón. —Mateo 6.21
Nota: Ambos versículos son de la versión Reina Valera Contemporánea (RVC)
Deja una respuesta