El tema de las tormentas y los huracanes es impostergable en los meses de verano para el trópico. El mes de septiembre es el tope de estos fenómenos metereológicos y muchos de ellos dejan cuantiosos daños a su paso.
Las tormentas y huracanes, se definen como tales, cuando se presentan las fuertes lluvias y vientos con un vórtice o centro que se define como el ojo del huracán donde aparece insospechadamente un sol brillante, ambiente de tranquilidad, serenidad y paz. “El ojo de la tranquilidad en medio del vendaval”.

(Photo by: Pixabay)
La palabra huracán en el área del Caribe, viene del lenguaje del Indio Taíno y es dado a las tormentas que pasan de 75 millas por hora. En las tierras desérticas del Medio Oriente como Palestina, a los huracanes se les llama Siriocos. Así lo narra Las Sagradas Escrituras.
Los poetas hebreos solían decir: “Se me ha ensanchado el Jordán”. Y esto por la experiencia de ver el Río Jordán, que se desbordaba ensanchando sus orillas como se ensancha el pecho del poeta por el sufrimiento y amargura en tiempos límites, de encrucijada cuando no se ve camino para andar.
Esto tenía una razón literaria. Durante la sequía, el agua del Río Jordán era como un cordón grueso de agua que corría como rueda por las desérticas arenas del desierto. Cuando las lluvias del invierno llegaban todo era distinto porque aquel río diminuto se tornaba en turbulencia ensanchándose de tal manera que la otra orilla del río no se lograba ver debido a su anchura.
La pregunta impostergable en forma existencial. ¿No se ha ensanchado tu corazón en situaciones límites en tu vida? ¡A quién no! Todos tenemos momentos difíciles en la vida. Es posible que hoy mismo tengas tu Jordán ensanchado. Porque el Jordán se nos ensancha muchas veces a lo largo de nuestras vidas pero hay también esperanza. Todo huracán tiene su bonanza. “el ojo del huracán tiene su tranquilidad en medio del vendaval».
Cuando meditamos en el pasaje bíblico de Gálatas.5 descubrimos al Apóstol Pablo apuntando a un vendaval que estaba ocurriendo a los llamados creyentes de Gálatas. Sus palabras tronaron diciéndoles: “Si vivimos en el Espíritu, andemos en el Espíritu”. Sigue diciendo: “No seamos orgullosos, ni sembremos rivalidades y envidias entre nosotros”. Vivir en el Espíritu es dejar que el Espíritu de Cristo que es amor nos guíe.
El amor de Dios se dio en la cruz. La naturaleza pecaminosa de nosotros murió en la cruz con Cristo. Por eso Pablo dijo: “Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí y lo que vivo lo vivo por su gracia”.
Dios nos regala la naturaleza no pecaminosa de Su hijo, Jesucristo al morir. Esto hay que entenderlo. Dios no soporta el orgullo ni la rivalidad y menos la envidia por eso nos perdona en Cristo y nos llama a ser nuevas criaturas. Ahora podemos vivir en paz, con gozo, libertad y amor.
Esa es nuestra agenda y para eso tenemos la Palabra viva del Cristo resucitado y del Espíritu Santo, que vive en nosotros. Demos el “salto de la fe”. Depositemos en el cofre de la nueva criatura en Cristo, amor, gozo, libertad y la paz y todo lo que no es bueno saldrá por su cuenta.
Así nos ayude Dios.
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