«Oferta y Demanda»: Este postulado, principio, incluso ley, es la plataforma de la regulación de precios en la economía. El principio filosófico de la causa y el efecto le sigue a una ley física que dice que toda acción tiene una reacción.

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Estamos tan acostumbrados a leyes, principios y reglas que creemos que el mundo espiritual se mueve bajo los mismos parámetros y nos cuesta mucho sacudirnos de estos paradigmas.
Un poco de levadura leuda toda la masa, no podemos colocar un pedazo de vestido nuevo en uno viejo, ni tampoco vertir vino nuevo en odre viejo. Ambos se echan a perder si lo hacemos, como se describe en las parábolas de Jesús.
La nueva creación que somos en Cristo debe ser alimentada únicamente con Él, que es ahora, nuestra única vida. Hemos sido creados para recibir el amor de Jesucristo y expresarlo, ya no podemos alimentarnos de otro evangelio, sino del evangelio de Cristo. Él en mí es ahora la esperanza de gloria. (Col 1:27) El Espíritu Santo es quien transporta a Cristo a nuestra mente y Él se pone por obra en nuestras vidas.
Ya no existe una ley de causa y efecto, es decir, si me porto bien, Él me bendice, pero Él ya me bendijo con toda bendición espiritual. Estoy sumergido en un mundo exclusivamente de oferta, de ríos de agua viva que no cesan, de favores que nunca dejarán de ser. He entrado en su reposo y Él me mantendrá ahí eternamente. La demanda para ser bendecido se acabó con la cruz.
Ahora soy olor fragante en Cristo para Dios, no tengo que hacer o dejar de hacer nada para ser ese olor fragante, ya lo soy por la obra «terminada de Cristo».

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No leo la palabra para buscar instrucciones, de qué debo y qué no debo hacer, la leo para buscar revelación de la vida que llevo en mí como templo que soy. La leo para conocer más a Jesucristo, ya que como es Él soy yo en esta tierra. (1 Juan 4:16) Él es la vid, nosotros los pámpanos.
Ya no busco justicia, ya me hizo justo, ya que soy la justicia de Dios en Cristo Jesús (2 Corintios 5:21), ya no busco santidad porque Él me ve puro, santo y sin mancha, ya que le ve a Él en mí (Efesios 1:3)
No puedo funcionar sin la pasión de Él en mí ya que me convierto en un religioso que quiere agradarle y nunca podrá estar satisfecho con su grado de esforzada santidad y fingida devoción. Como el empleado que trabaja por complacer a su jefe y no por la pasión de lo que sabe hacer.
Cristianismo es relación y expresión, ser Cristiano es expresar al Cristo que vive en nosotros. (Gálatas 2:20)
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