En una ocasión mi hijo de 17 años me acompañó a una tienda por departamentos y, se puso a observar a una madre que empujaba un carrito de compras con un niño adentro, mientras su hermanito caminaba adelante. Mientras la mamá luchaba por no atropellar al niño que iba adelante caminando distraído, mi hijo me asalta con la pregunta: «Mamá, ¿criar a los niños es tan difícil como la gente dice?»

(Photo by: Unplash)
Wow – hablar de un momento de aprendizaje. Era uno de aquellos en los que sabía que necesita orar y ayunar antes de contestar, pero traté de encontrar la respuesta más sabia. Así que le respondí: «Bueno …. (larga pausa) … depende del niño».
En ese momento yo estaba pensando en cómo este «niño-hombre» de 6’2″ de estatura esperó hasta los diez meses de edad para tomar leche en botella y dormir toda la noche. Y en ese mismo hijo corpulento que no quería sentarse en un asiento de coche sin gritar… así que cambié de tema.
Le dije que había sido una alegría criarlo, y aunque había sido difícil, lo haría de nuevo, aunque algunas cosas las haría de manera diferente. Una de ellas sería la de practicar una vida devocional diaria que aunque pensé mucho en ello, nunca formé un hábito diario.
Lynn Cowell es una amiga y una de las madres más intencionales que conozco. El tipo de persona que pone sus palabras en acciones. Lynn recientemente publicó su segundo libro, esta vez un devocional para las niñas adolescentes titulado: «Devociones para un año revolucionario».
A continuación les comparto uno de sus pensamientos para enseñar a nuestros hijos a comprender la Biblia. Espero que lo disfruten tanto como yo lo hice:
¿Conocen la Palabra de Dios?
La vida para los niños de hoy es muy diferente que en mi mundo de ritmo más lento. Cada momento se le asigna, además de las tareas escolares, el softbol, coro, clases de piano, voluntariado, etc. Todas ellas cosas buenas, pero que van desplazando lo mejor: enseñar a nuestros hijos las verdades eternas.
Me cansé de dar vueltas en la cama cada noche, sintiendo como si hubiera vuelto a fracasar. Veía que mis hijos no avanzaban en el conocimiento de la Biblia y sabía que tenía que hacer algo para cambiar esa realidad.
Hay cierta paz y belleza que viene a nuestras vidas cuando enseñamos a nuestros hijos la Palabra de Dios. Cuando esta prioridad está colocada correctamente, trae tranquilidad a nuestros hogares y a nuestra vida diaria.
Para mis hijas y yo, ese momento es la mañana. Antes de que el rugido del transporte escolar se acerque, les leo la palabra de Dios. Algunos días escojo versículos de Proverbios. Otros días una página de un devocional. Luego oro por ellas, concientizándolas de que la presencia del Espíritu Santo está dentro de ellas, mientras caminan a través de las puertas de su escuela secundaria.
Mis chicas no saben todas las historias en la Biblia, ni pueden citar muchos versículos. Cada día, sin embargo, están teniendo sus corazones llenos del amor incondicional, perfecto de Dios. Así como yo no las mando a la escuela con el estómago vacío, tampoco las envío a la escuela con los corazones vacíos.
¿Cuándo podría usted encontrar tiempo para verter la verdad de Dios en su hijo? Al igual que para mí, ¿el momento del desayuno sería un buen momento para usted? ¿O quizás cuando se acuestan o cuando van el el auto de camino a la escuela? La hora del día no es importante. Lo importante es que encontremos un momento en el día.

Autora: Glynnis Whitwer
Esta reflexión ha sido reproducido con permiso de su autora, Glynnis Whitwer. Para conocer más sobre ella visite www.GlynnisWhitwer.com or www.Proverbs31.org.
Glynnis es graduada de Periodismo y Relaciones Públicas de Arizona State University. Es parte del staff de Proverbs 31 Ministries y autora y coautora de varios libros.
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