«Corrige a tu hijo, y te dará descanso, y dará alegría a tu alma» – Proverbios 29:17
El otro día tuve que recoger en la escuela a mi hijo Nicolás, de 4 años, que estaba peleandose con un niño nuevo de su clase. «¿Por qué le pegaste a Samuel?», le dije. «Pues porque él es el niño nuevo», me contestó sin pensarlo mucho. «¿Te quitó o te pegó él a ti primero?», le pregunté. «No mami, es que a mí no me gusta él».

(Photo by: Pixabay)
No puedo evitar pensar en los reportajes que tanto ocupan las primeras planas hoy día: los casos de violencia entre los adolescentes, incluso niños de 7 u 8 años. Me siento peor sabiendo que ya Nicolás no se muestra tan interesado por los cuentos infantiles más sanos como lo está en los que se ilustran con pistolas y espadas. El usa el objeto menos pensado—una cuchara o el teléfono inalámbrico—como su arma indestructible para atacar a los personajes malvados que crea su imaginación. A pesar de que mi esposo y mi suegro me han asegurado que este comportamiento es totalmente normal en un niño de esta edad, me sigue preocupando su comportamiento agresivo y quiero ponerle un alto al mismo.
Necesitan sentirse en control
En efecto, la agresividad a menudo aumenta cuando los niños pasan a las edades preescolares, y se convierte en su manera de expresar su deseo por estar en control. «Los varoncitos especialmente se ven fascinados por los juguetes y juegos que les hacen sentir poderosos», dice una doctora. Si tomamos en cuenta que a esta edad el niño tiene un sentido más claro de identidad propia y de lo que le pertenece, vemos entonces por qué se precipita más la agresividad en ellos.
«Mucha de la agresividad típica de esta edad es simbólica», asegura el doctor Jay Belsky, profesor de desarrollo humanos y estudios familiares. Los niños usualmente no se hacen daño físico cuando están jugando. Además, actuar como si estuviesen peleando, sin tocarse siquiera, es una forma de ventilar sus sentimientos negativos. Ahora bien, debe separar a los niños cuando los ataques se hacen reales.
¡Terminan peleando!
Cuando un niño 3 ó 4 años le pega a otro niño, normalmente se debe a que tiene dificultad controlando sus impulsos. Las investigaciones realizadas señalan que una de las cosas más difíciles de controlar a esta edad es la ira. Aunque saben que se supone que usen las palabras para resolver conflictos, eso les es difícil de hacer cuando están bien molestos. También a esta edad recién están comenzando a aprender sobre la empatía, o sea que no piensan sino en darle a su compañerito y pueden hacerle daño.
Las niñas tienen más tendencia a mostrar su agresividad verbalmente, mientras que los varoncitos se enfocan más en juegos imaginarios en los que enfrentan a un héroe con un villano. Es por eso que tantas madres no les dan a sus niños espacio para creer en los superhéroes. «Mi miedo es que empiecen a ver en la violencia algo divertido», dice Laura de gemelos de 3 años.
Una forma de ayudar a prevenir que estos patrones de juego sean tan comunes es limitando el tiempo que los niños pasan frente al televisor. La Academia Americana de Pediatras recomienda que se limite el tiempo que los niños ven televisión a una o dos horas de programación infantil por día. Fuera de los programas de televisión pública, la gran cantidad de los programas de televisión contienen violencia. Los estudios han demostrado que estar expuestos demasiado a esta ultimo tipo de programación resulta en comportamiento más agresivo. Rara vez estas señales de agresividad e un niño son indicio de problemas emocionales serios. Sin embargo, consulte con su pediatra si su niño le pega a otro niños o a los animales con frecuencia. Por fortuna, para la mayoría de los niños de esta edad la agresividad en una señal de una necesidad normal de sentirse en control de su mundo. Y existen muchas maneras efectivas de dejarles saber que la agresividad y la violencia no son apropiadas.
Como lidiar con la violencia
Distinga entre juegos imaginarios y violencia. Cuando su pequeño «Zorro» además de agitar su espada le da en la cabeza con ella a sus amiguitos, quítesela y explíquele por qué los juguetes no son para darle a la gente. Enséñele que lo apropiado cuando alguien le pega es decírselo a un adulto. Hable y ore con el niño cuando esté calmado. Cuando haya una pelea, separe a los niños, pero espere a estar a solas con su hijo para hablar con él.
Entonces aproveche para preguntarle: «¿Qué vas a hacer la próxima vez cuanto tú y Samuel quieran jugar y tomar turnos con el mismo juguete?» Ofrézcale alternativas para compartir y tomar turnos con el juguete.
Finalmente, cuando usted vea venir algunas señales de agresividad en su niño, enfatice que pegarle a otro niño o comportarse agresivamente es totalmente inaceptable.
Colaboración de la revista «Mujeres de Gracia»
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