Por Cloé Chapeau
DAKAR, 1 de marzo (ALC).- Mujeres procedentes de más de 40 países, de distintos pueblos autóctonos, de África, América, Europa, Asia, Oceanía y de diversos sectores y movimientos sociales, reunidas en Sélingué, Malí, Africa, en el marco de Nyéléni 2007- Foro Mundial por la Soberanía Alimentaria- dieron a conocer una Declaración por la Soberanía Alimentaria.
Malí está entre los países más pobres del mundo, con un 65% de su territorio desértico o semidesértico y con una distribución de la renta altamente desigual. La actividad económica se confina, en gran parte, al área irrigada por el Níger. Cerca de un 10% de la población es nómada y el 80% de la mano de obra se emplea en la agricultura y la pesca fluvial. La actividad industrial se concentra en procesos de transformación de materias primas agrícolas.
«Reafirmamos nuestra voluntad de actuar para cambiar el mundo capitalista y patriarcal que prioriza los intereses del mercado por encima del derecho de las personas», comienzan afirmando.
«Las mujeres, creadoras históricas de conocimientos en agricultura y en alimentación, quienes siguen produciendo hasta el 80% de los alimentos en los países más pobres y que hoy son las principales guardianas de la biodiversidad y las semillas criollas, se encuentran especialmente afectadas por las políticas neoliberales y sexistas. Nosotras sufrimos las consecuencias dramáticas de estas políticas.»
El detalle exhaustivo de los resultados del sistema económico mundial habla muy claro: Pobreza, insuficiente acceso a los recursos, patentes sobre la vida, éxodo rural y migración forzada, guerra y todas las formas de violencias físicas y sexuales. Los monocultivos, incluidos aquellos consagrados a los agrocombustibles, así como la utilización masiva de productos químicos y organismos genéticamente modificados, tienen efectos negativos sobre el medio ambiente y sobre la salud humana, en particular, sobre la salud reproductiva. El modelo industrial y las transnacionales amenazan la existencia de la agricultura campesina, la pesca artesanal, la vida pastoril, así como la fabricación artesanal y el pequeño comercio de los alimentos en los medios urbanos y rurales, sectores donde las mujeres desempeñan un papel importante.
Las mujeres quieren que la alimentación y la agricultura salgan de la Organización Mundial de Comercio y de los acuerdos de libre comercio. » Rechazamos las instituciones capitalistas y patriarcales que conciben los alimentos, el agua, la tierra, los conocimientos de los pueblos y el cuerpo de las mujeres como simples mercancías», enfatizan.
«Inscribiéndonos en la lucha por la igualdad entre los sexos, no queremos sufrir más ni la opresión de las sociedades tradicionales, ni de las sociedades modernas, ni las del mercado. Queremos aprovechar esta oportunidad para dejar atrás todos los prejuicios sexistas y desarrollar una nueva visión del mundo construida bajo los principios de respeto, igualdad, justicia, solidaridad, paz y libertad.»
«Estamos movilizadas», aseguran y sería bueno que muchas y muchos podamos unirnos en esa lucha por el acceso a la tierra, a los territorios, al agua y a las semillas; por el acceso a la financiación y a los equipamientos agrícolas, por buenas condiciones de trabajo, por el acceso a la formación y a la información.
En la mirada y con la fuerza de Nyéléni, mujer de África que desafió las normas discriminatorias, que brilló por su creatividad y su productividad agrícola, encuentran la energía para la puesta en ejecución del derecho a la soberanía alimentaria.
«Portamos esperanza para construir otro mundo. Esta energía, la sacamos de nuestra solidaridad», finalizan con la fuerza que solo pueden generar mujeres que luchan por una causa que no es solo para ellas, sino para el mundo todo.
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