Un sábado temprano en la mañana, un niño de unos escasos cinco años desayunaba con su abuelita y esta le insistía que se comiera todo. El niño intentó negociar el asunto preguntándole… «Abuelita, si me lo como todo, tú me enseñas el álbum de cuando tú eras nueva?» La pobre señora ya no pudo continuar su desayuno…las carcajadas se lo impidieron.
En una sociedad en la que se glorifica la eterna juventud, lo último de la moda y la tecnología, vale la pena dedicar unas palabras para la resaltar la experiencia de vida que contribuye a ganar sabiduría, entre otros grandes beneficios.

(Photo by: Pixabay)
Vivimos en una sociedad dada a rechazar grandes valores y sustituirlos por antivalores, con la excusa de que hay que estar «in» con lo que piensa la mayoría. Sin considerar con profundidad que aunque esa «mayoría» piense igual, eso no convierte lo malo en bueno. Bien lo dijo uno que ya no estaba tan nuevo físicamente: «Las mayorías han cometido grandes atrocidades. Cuando tengas dudas, échale un ojo al caso de Hitler».
Lo bueno, lo correcto, lo justo…nunca pasa de moda aunque todos griten lo contrario.
«¡Ay de los que llaman bueno a lo malo, y malo a lo bueno!
¡Ay de los que convierten la luz en tinieblas, y las tinieblas en luz!
¡Ay de que convierten lo amargo en dulce, y lo dulce en amargo!» —Reina Valera Contemporánea (RVC)
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