Encontré esto en mi lectura de hoy y lo quiero compartir:
«Dios da la visión, luego nos lleva al valle para moldearnos de acuerdo a dicha visión. Es en el valle donde muchos desmayan y caen. Toda visión se hará realidad si somos pacientes. Dios no lleva prisa».
¿Has recibido una visión?
Quizá te has visto o te has imaginado cumpliendo un sueño, un propósito, un encargo. Quizá te has proyectado como la persona victoriosa, sana y perfecta que sueñas ser. No dudes que si esa visión surgió del cielo se hará realidad.
¿Te desanimaste al bajar al valle?
Tal vez después de ese momento de gloriosa visión te sentiste morir al despertar y ver que no te encontrabas ya en la montaña sino en el valle. Y que en el valle había espinos, sudor, lágrimas y la rutina. Sí, la penosa rutina de trabajar, cumplir con tus obligaciones e ir paso a paso. ¿Dónde quedó el reto de montar tu corcel y ganar la batalla?
¿Has caído?
Probablemente en medio del valle la visión se ha hecho borrosa. Has dejado de luchar o ahora la consideras cosa del pasado, un lapsus brutus de tu existencia, un error en las coordenadas, un cuento de niños.
¡Sé paciente!
Dios no lleva prisa, pero no por eso se ha olvidado de tu visión. Él sigue en el negocio de transformar vidas.
Escribo esto para ti, porque me sirvió a mí. Te comparto esto porque yo también estoy en el valle y me he desanimado, he caído y he olvidado el sueño. Pero aún hay tiempo de rectificar. Mientras haya vida, hay esperanza.
Juntos lo podemos lograr. Compartamos la visión, soñemos el sueño, transitemos el camino, crucemos el valle para alcanzar la cima de la montaña.
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