La noche antes de su muerte Jesús le dijo a sus discípulos: Todos ustedes van a perder su fe en mí esta noche. Así lo dicen Las Escrituras: “Heriré al Pastor y las ovejas del rebaño serán dispersadas.” Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.” < Mateo 26. 31-32>.
La fidelidad del Señor no depende de la nuestra.

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Confiamos más en que el Señor nos sostiene, en vez de afirmarnos ante la idea de que nosotros nos sostenemos en Él. Los discípulos a pesar de conocer a Jesús y todos sus milagros, se apartaron y huyeron. Ellos desertaron. Sin embargo, la promesa del Señor permanecería firme. La caída de ustedes será grande, pero mi gracia ha de ser suficiente, superior. Estamos guardados por Jesucristo. “Si tropiezan yo los agarraré y si se dispersan, yo los reuniré, más me encontrarán esperándolos en Galilea”.
Estamos guardados por Jesucristo. Nuestra fe languidecería y aun nuestras resoluciones decaerían, pero no del todo, porque estaríamos guardados en Jesucristo. Nos sostienen las últimas palabras el apóstol Judas: “Y aquel que es poderoso para guardarnos sin caída y presentaros sin machas delante de su gloria con gran alegría, el único y sabio Dios, nuestro Salvador…” <Judas 1. 24-25>
A medida que la gracia de Dios vaya profundizándose en nosotros, más alineados estaremos pues la renovación del entendimiento por medio del Espíritu Santo en nosotros estará haciendo la transformación de nuestro entendimiento.
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”<Romanos 12:2>
Deja que la gracia remodele tu carácter y mantente receptivo para que obre en tu vida.
La gracia de Dios me bastará y su ayuda jamás me faltará, y consolado por su amor que echa fuera mi temor, confiaré en mi Señor.
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