(Quinta parte de estudio sobre la literatura profética en la Biblia)
El último evento significativo que ocurrió durante los últimos años del siglo VII fue la muerte del rey Josías. Según la evaluación del profeta Jeremías, este rey había logrado comprometerse seriamente con las demandas del pacto con Yavé. Josías hizo justicia. Se ocupó del huérfano, de la viuda y del extranjero. Guió al pueblo de Judá en el camino de la lealtad a Yavé. Algunos datos históricos sugieren que Josías instituyó una reforma religiosa-espiritual a partir de la lectura seria de lo que podría ser el texto de Deuteronomio. Todo esto llenó de esperanzas al pueblo de Judá.
Durante este momento bueno de Josías y de su pueblo, el faraón Necao de Egipto decidió pasar por el territorio de Judá con su ejército para ir a atacar a los babilónicos. Josías tuvo la pésima idea de tratar de impedir el avance de los egipcios. En la batalla que se suscitó, el faraón Necao y su ejército mataron a Josías. Esta derrota rotunda sufrida por Josías y su ejército fue un aviso de que Jerusalén y todo su pueblo serían derrotados y llevados al exilio. Con la muerte de Josías se esfumaron todas las esperanzas de Judá. Esta situación de angustia, confusión y desazón se convirtió en el contexto clave, desde el cual el profeta proclamó su mensaje.
(Ilustración del Rey Josías- Wikipedia -Public domain)
Las diferentes caras de los profetas
Los profetas aparecen en la Biblia con diferentes nombres y funciones. Si bien, llegaron a ser conocidos como «profetas», no siempre fueron llamados así. Según la época histórica y según la función, estos hombres y algunas mujeres fueron caracterizados y conocidos por los siguientes títulos.
ro’eh ( )
En general, el significado de ro’eh es «vidente». No obstante, en muchos casos podemos ver que funciona de forma diferente que el jozeh (ver siguiente párrafo). En ciertas ocasiones se puede considerar al ro’eh más como un adivino (cf. I S 9.9, 11). Muchas veces se piensa que la actividad del adivino es algo mecánico. Pero vemos que a menudo la respuesta del ro’eh no involucra una acción mecánica como la que se utilizaba en el uso del Urim y el Tumim. Es decir, el adivino le da una respuesta oral a quien la busca directamente. En este sentido uno puede sugerir que la actividad del ro’eh se da en un marco específico de interacción social.
(Ilustración del Profeta Samuel -wikipedia-Public domain)
Sin embargo, no se debe ser categórico en estos casos. Por ejemplo, al profeta Samuel se le llama roéh. Pero a otros que cumplen la misma función que un ro’eh no se les llama así. Esto se puede ver en el caso del profeta Ezequiel. En un momento dado, los jefes de Israel quieren consultar a Yavé y se sientan frente al profeta para recibir el mensaje de Yavé. Sin embargo, a Ezequiel no se le caracteriza con el título ro’eh (Ez 20.1). También es interesante el caso de Balaam en Números 22.7.
En todos esos casos, es claro que el ro’eh actúa como un intermediario, y que existe una interacción entre el ro’eh y el que solicita información de la divinidad.
Este título para «profeta» es el que se utiliza para designarlo más específicamente como «vidente». Es interesante notar que esta designación aparece en forma preponderante en los profetas de Judá: Amós 7.12; Isaías 29.10; 30.9-10; Miqueas 3.5-8. En estos libros es bastante común encontrar informes de visiones y de hecho existe una tradición a través de la cual se forman «series de visiones»:
Las 5 visiones de Amós (7.1-9; 8.1-3; 9.1-4)
Las 4 visiones de Ezequiel (1.1; 8.1; 37.1; 40.1) Las 8 visiones de Zacarías (1-6)
Una diferencia que tenemos aquí en relación con lo que vimos con el ro’eh es que en estos casos no hay una solicitud directa por parte de una audiencia o de un individuo. De todas maneras, este medio de «profecía» es tan importante como cualquier otro. Quizá en la literatura erudita o en el contexto de ciertas comunidades eclesiásticas se la desmerezca un poco por ser una conducta visionaria, pero sin duda tiene su importancia en medio de todo el mensaje profético.
navi’ ( )
Este es el término más común que se utiliza para referirse al «profeta». En un sentido, este título representa el «ideal» dentro del movimiento profético. En este caso, el uso del título navi’ se reserva más para la función de profeta en la que se conjuga la de percepción auditiva junto con la emisión de palabra por parte del profeta.
El ejemplo por excelencia es el llamado del profeta Jeremías (Jer 1.4-10). Ser profeta es primordialmente ser oidor de la palabra de Yavé, ser receptor de esa palabra, y luego emitir esa palabra de Yavé a otros. En algunos casos se utiliza la metáfora de «colocar la palabra en la boca» del profeta.
Son varias las formas de articulación de la palabra que encontramos en los profetas. Una de ellas es a través del discurso directo, es decir, el emitir palabra en forma directa. Se pueden identificar por lo menos dos tipos de discurso directo:
1. Oráculos divinos en los que Dios habla en 1a persona (Jer 15.2-9)
2. Oráculos proféticos en los que el profeta habla en 1a persona y se refiere a Dios en 3a persona (Miq 3.5-8).
Ahora bien, es importante señalar que estos dos tipos se entrelazan constantemente, y uno no debería adjudicarle una fuerza retórica mayor a uno u otro. Ambas formas de articulación conforman la mayor parte de toda la literatura profética del Antiguo Testamento. Como tales, tanto el oráculo divino proferido en primera persona como el discurso profético tienen el mismo peso teológico.

(Image by moritz320 from Pixabay)
Los profetas denominados navi’, son muy creativos en su discurso. Esto quiere decir que se nutren de varios estilos y géneros literarios: el uso del discurso legal (riv); de un lenguaje pedagógico característico de una escuela, del lenguaje ritual, y también el uso del idioma coloquial de todos los días reflejan la creatividad del navi’. No obstante, los eruditos han llegado a la conclusión de que el género más utilizado es el que se conoce como el de anuncio de juicio.
‘ish ha’elohim ( )
El significado más literal de este título es «hombre de Dios». Este título se usa mayormente para los profetas Elías y Eliseo. Son «hombres santos» que poseen el poder de lo sagrado. No son solamente intermediarios de lo divino, sino que de alguna manera, un tanto misteriosa, ellos personifican el mundo de lo sagrado dentro de lo profano.
Este breve resumen o radiografía de los profetas con sus diferentes funciones o títulos demuestra que hay una variedad y
diversidad importante dentro de la categoría general denominada «profetas». Además uno puede notar una diversidad en cuanto al tipo de literatura que utiliza el profeta. No es aconsejable tratar de encasillar a un Isaías o a un Amós dentro de un solo género literario. Cada uno de ellos se vale de informes de visiones, de discursos proféticos, de relatos históricos y hasta de leyendas para expresar el contenido de sus mensajes al pueblo.
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