(2da. parte de la serie Literatura profética en la Biblia)
Es imposible hacer una interpretación adecuada de la literatura profética del Antiguo Testamento si no ubicamos a los profetas en su contexto religioso, social, histórico y político. Ningún profeta vivió ni proclamó en un vacío. Todos pertenecieron a una época específica con características particulares. Los profetas vivieron de cerca el devenir histórico de su nación junto con el de las naciones vecinas. Por lo tanto para comprender la conducta y la proclamación de los profetas es clave meterse en su historia, y así descubrir el mundo que dio a luz a estos personajes.
En este capítulo centraremos nuestra atención en los profetas que dejaron sus mensajes por escrito. Los profetas que aparecieron antes en la historia, alrededor de los siglos XI-IX a.C., son tan importantes como los que fungieron en los siglos VIII-VI a.C. Pero de ellos no tenemos obras escritas en el canon. Por lo tanto, a efectos de analizar y comprender los géneros literarios utilizados por los profetas, nuestra atención se dirige hacia los profetas que nos legaron sus obras literarias.
En el siglo VIII a.C. Israel y Judá eran pequeñas monarquías divididas que se disputaban el poder y la ocupación de la tierra en medio de muchos otros países pequeños, tales como Edom, Moab, Siria, Fenicia, y otros. A su vez, vivían bajo la presión opresora de las potencias del antiguo Cercano Oriente que en ese momento eran Egipto, Asiria y Babilonia. Estas grandes potencias siempre buscaban dominar la zona de Palestina antigua ya que esta se constituía en una especie de puente entre la región mesopotámica y el territorio de Egipto. La suerte tanto de Israel en el norte como la de Judá en el sur estaba en manos de estas potencias. Es sabido que los grandes imperios antiguos de esta zona lograban su verdadero apogeo únicamente cuando consolidaban su control sobre la zona Siro-Palestina. Dominar la zona donde se desarrollaban las pequeñas monarquías de Israel y Judá les daba acceso a muchos recursos naturales, a rutas comerciales y marítimas, y a la posibilidad de cobrar impuestos muy altos.
La presión que ejercían estas grandes potencias no era sólo a nivel político y económico. También imponían sus religiones y sus dioses. Más de una vez, el hecho de hacer una alianza con alguna de las potencias implicaba aceptar su sistema religioso y colocar a los ídolos dentro del templo de Dios. Es en medio de esta situación socio-política y religiosa que Dios llama a profetas para ser portadores de su palabra, y agentes de transformación en una sociedad tan vapuleada. A continuación veremos algunos eventos históricos que sirven de marco para comprender el mundo en el que los profetas proclamaron una alternativa teológica a la realidad que se estaba viviendo.
Nota:
Este segmento es la segunda parte de un profundo estudio sobre la literatura profética en la Biblia. Más adelante estaremos publicando los restantes artículos que forman parte del mismo que fue publicado en el libro: “Descubre la Biblia” publicado por las Sociedades Bíblicas Unidas. El estudio explora los siguientes aspectos de la literatura profética:
Interpretación bíblica y el contexto histórico,
Israel y Judá durante el siglo VIII a.C.,
Judá durante el fin del siglo VIII y el principio del siglo VII a.C. ,
Judá durante los últimos años del siglo VII a.C.
Las diferentes caras de los profetas,
Diversidad dentro de la literatura profética,
Profetas falsos,
El profeta enviado por Dios,
Mensaje de los profetas,
El culto caduco,
El arrepentimiento,
La justicia bien entendida,
y Esperanza profética
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