Hace muchos años tuve una relación con un chico del cual estaba locamente enamorada. Él era todo lo que quería, excepto su mal genio que a veces le hacía volverse violento. Al principio sus explosiones no eran horribles, aunque tal vez, como en ese momento era muy joven para entender lo que estaba ocurriendo no veía la magnitud del problema. Lo cierto es que cada vez los episodios se fueron tornando más y más violentas más temerosos, más amenazantes y más perjudiciales tanto física como emocionalmente. Sin embargo, yo lo amaba y creía que me quería. Dimos muchas vueltas hasta que finalmente lo dejé. De esto ha pasado un largo tiempo. Me he curado, he perdonado, he elegido amar y seguir adelante.
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Cuando estaba embarazada de mi hijo menor, luché con un bajo nivel de azúcar en la sangre y una mañana me desmayé. Me encontraba en el baño cuando ocurrió. Al parecer, llegué a la esquina de la bañera y me golpeé con la pared cuando iba hacia abajo. Mi cara estaba bastante golpeada y cuando volví en mí, estaba desorientada. No sabía dónde estaba. Todo lo que sentía era la baldosa fría en la cara y el dolor e hinchazón en mi cuerpo.
No me había sentido así desde entonces y empecé a temblar y gritar y llorar histéricamente. Mi esposo Zas se precipitó, me recogió y frenéticamente llamó al médico. Mientras me ponía hielo y hablaba con la enfermera en el teléfono, me quedé inmóvil en el sofá. Él siguió tratando de hablar conmigo, pero yo no podía reaccionar permaneciendo en silencio por un largo tiempo. Más tarde me llevó al hospital para asegurarse de que que todo estaba bien y que el bebé no había sufrido daño. Permanecí bastante tranquila. Pero, las lágrimas siguieron cayendo al azar durante todo el día.
Me gustaría poder explicar lo que estaba sintiendo. Me hubiera gustado poder haberle explicado a Zac que los sentimientos que regresaron en ese momento mientras estaba en el suelo eran fantasmas del pasado que casi me destruyeron.

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No quiero dar a conocer quién era, qué edad tenía, etc. Lo he perdonado, no guardo rencor y decidí hace mucho tiempo que no iba a dañar su reputación o airear sus trapos sucios. Lo que quiero es compartir esta parte de mi vida para sentar las bases de este artículo.
Con los años, Dios ha traído muchas mujeres a mi vida que han estado lidiando con los abusos. Muchas específicamente están casadas con hombres que son violentos. Odio esto y no me gusta que suceda y más aún odio decir que esto sucede en la iglesia; en las familias cristianas, pero ocurre.
Una mujer en particular me llamó histérica después de que su marido atacó violentamente a sus hijos. Yo era su segunda llamada telefónica. Su primera llamada fue a su pastor quien le había recomendado reunirse para una sesión de terapia de pareja (con él) a fin de centrarse en la “restauración”. (Todo mientras su marido se está volviendo loco golpeando a su hijo). Todo esto sin mencionar la seguridad y sin hacer mención de llamar a la policía. ¡Nada!
Ante su desesperación la mujer decidió hablar conmigo por teléfono y fue así como pude dirigirla para que llamara a la policía y seguir los pasos adecuados para la obtención de seguridad para ella y sus hijos.
Lamentablemente la reacción de ese pastor no es inusual. Esto es algo de lo cual no me gusta hablar, porque amo a los pastores y me encantan las iglesias. Sin embargo, situaciones como estas nos están matando y rompiendo el corazón de nuestro Padre.
El caso es que estos pastores e iglesias, sinceramente creen que están haciendo lo correcto. Ellos creen que Dios odia el divorcio, y es cierto. Sin embargo, valoran el matrimonio como una mayor prioridad que la gente dentro del matrimonio. Sin embargo, cuando la violencia doméstica está implicada, la situación entonces se torna en algo muy peligroso.

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Te amo iglesia.Te amo hombres y mujeres. Pero lo podemos hacer mejor.
Una vez leí un libro llamado «Refugio un camino para salir de la violencia doméstica» [Refuge A Pathway Out of Domestic Violence] escrito por Donald Stewart, un veterano oficial de policía y un amante de Jesús. (Libro fantástico por cierto) Stewart comparte un sinnúmero de historias de violencia doméstica en la iglesia y expone una gran necesidad de comprensión y protección para estas mujeres.
El autor cuestiona la idea de que muchos pastores sostienen que: el divorcio sólo es bíblico cuando ha habido infidelidad conyugal o abandono. Toma una fuerte postura bíblica de que la violencia doméstica es el abandono bíblico.
Estoy de acuerdo con él. Sin embargo, esto no es una invitación a un debate teológico. El propósito de este artículo es abrir sus ojos hacia las mujeres que están a su alrededor que posiblemente puedan estar viviendo en un ciclo de violencia doméstica, pero que quizás tengan miedo de pedir ayuda. Es posible que hayan sido informadas que Dios quiere que se queden sosteniendo ese matrimonio. Es posible también que crean que esto es todo lo que Dios tiene para ellas y para sus hijos.
Una de las mujeres que guié a través de la violencia doméstica escribió esto después de sentirse abandonada por su iglesia por no regresar a su marido. Ella escribe a su marido,
Para el abusador:
¿Por qué nos dejamos? La mayoría de las veces eres un hombre “normal”. Incluso hay momentos en que reímos y compartimos un montón de diversión. Por lo tanto, no es porque seas horrible todo el tiempo. No siempre eres ese monstruo. Quizás el 10% de las veces eres un abusador. Y a primera vista no se note mucho. Y por un tiempo hasta me preguntaba si podría vivir con ese 10%. ¿Debo tirar el 90% para el 10? ¿El 10% justifica abandonarte? Pero luego me di cuenta que después de que el 10% había terminado para ti, las lágrimas y la sangre aún no se secan. Las palabras dolorosas aún son persistentes. Todavía vivíamos en el miedo con el temor de la próxima vez, preguntándonos cuándo y qué pondría en marcha la próxima andanada. Y me di cuenta de que el 10% se convirtió en nuestro 100%. Y eso es suficiente para haber terminado.
Lloro cuando leo esto. Lloro porque es muy real. Es aterrador. Es demoníaco.

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Y no es en absoluto lo que Dios desea para sus hijas. Él nunca quiso que vivieras en una celda de la prisión de miedo. Porque Él es bueno. Hermanas queridas, Dios es bueno. Muy muy bueno. Es un buen Padre. Sería un buen padre si regulara a sus hijos a vivir así? ¿A vivir con miedo de ser golpeada? ¿Con miedo de ver a sus hijos golpeados? ¿Viviendo encerradas por la noche bajo llave? ¿O amenazadas con cuchillos y otras armas si alguna vez trata de salir?
NO. Dios no lo haría. Él no lo hace. Él protege. Él guarda. El sana. Él ama. Él proporciona descanso y seguridad porque Él es bueno.
Esta es una protesta para desafiar a la iglesia a caminar como Jesús. Basta con leer los evangelios para ver el carácter de Jesús. ¿Qué cree que le diría a una mujer abusada y golpeada que busca seguridad de su marido abusivo? Voy a decirlo de nuevo. Él es un buen padre. ¡Un padre impresionante!
He caminado con estas mujeres. Me he sentado en las oficinas de abogados con ellas mientras tiemblan de miedo tratando de contar su historia. He estado en el teléfono con ellas, mientras lloran. He mirado a los ojos de los niños cuyos padres los dejó con los ojos negros y la confianza destrozada.
Sin embargo, también he visto a estas mujeres correr hacia Jesús. Lo he visto transformar la piel frágil y rota de una mujer, en una fuerte guerrera poderosa para el Reino de Dios. He visto suceder esto y es impresionante.
Conozco a Jesús. Lo he visto sanar, restaurar y liberar a estas mujeres y niños. Dicho todo esto, ¿si creo que Dios puede restaurar un matrimonio dañado? Sí. ¿Si creo que puede restaurar uno que incluye la violencia? Sí. Pero, no con las víctimas restantes en el hogar.
La restauración puede suceder sólo si el abusador busca ayuda profesional (a largo plazo) y hay una fuerte red de profesionales involucrados que caminan a través de ese proceso. Y aun así, es algo que debe ser manejado con mucha cautela.
(Si usted o alguien que usted conoce está viviendo en el miedo, por favor, póngase en contacto con la policía. Presente un informe y pídales que le refieran a un refugio para mujeres y niños maltratados. Esto no es algo de lo que deba avergonzarse. Le pasa a lo pobres, a los ricos, a los cristianos, a los no cristianos. Es parte del mundo destruido en que vivimos.
Te amo. Te defiendo. Defiendo tu historia. Y oro para que todos podamos abrir los ojos a los que nos rodean, que puedan estar necesitando ayuda para encontrar una voz. Hablar por aquellos que no pueden hablar por sí mismos, por los derechos de los desposeídos. Proverbios 31:8
Abrazos,
Anna
PD: Por favor, no use esto como un foro de debate teológico. Cualquier comentario que se escribe puede ser leído por una mujer que vive en una situación peligrosa. Estas situaciones son reales. Por favor utilice la sensibilidad y entienda que sus palabras podrían ser la diferencia entre la vida y la muerte.
PSS: Una edición rápida aquí: El abuso verbal y emocional / mental puede ser igual de perjudicial si no peor. Las cicatrices internas pueden durar mucho más que una marca física. Si usted está leyendo esto y esta es su situación, por favor, sepa que todo lo dicho anteriormente se aplica a este tipo de abuso también.
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