Esta Navidad no te endeudes por comprar regalos, no te angusties por cocinar, no te irrites por los imprevistos. Esta Navidad toma un momento para detenerte y pensar:
Que si bien no hay dinero, aún tienes vida.
Que si bien no hay trabajo, aún comes.
Que si bien no tienes todo lo que deseas, no te falta nada vital.
La Navidad es un buen tiempo para reflexionar. Y por ello te invito a meditar en lo siguiente. Más que dinero, más que comida, más que posesiones materiales, todos queremos unas gotas de amor.
Queremos ser amados. Queremos ser aceptados. Queremos ser especiales. Tal vez te decepciones por lo que leerás a continuación, pero no importa que lo rechaces, el mensaje es verdad; no importa si lo ignoras, es la única solución.
Nadie te amará tanto como el niño de Belén. Por él tenemos estas fiestas, aunque nadie lo recuerde. Por él tratamos de ser generosos en esta época, aunque nadie lo acepte. Él no vino al mundo durante una cena de gala, ni en medio de costosos regalos. Él llegó a un pesebre, un cajón donde se ponía la comida de los animales.
Pero él vive y desea amarte. Él te busca y sabe que eres especial. No importa lo que hayas hecho; no importa quién seas. Él te ama. Así que, en esta Navidad, tómate unos minutos para hablar con él. Dile lo que sientes. Dile lo que deseas. Dile lo que está en lo más profundo de tu corazón. Él te escuchará, te lo aseguro, y hará de esta Navidad: algo inolvidable.
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