En el palacio real de Teherán, en Irán, puede verse uno de los más hermosos trabajos en mosaico del mundo. Los techos y paredes resplandecen como diamantes en reflejos multifacéticos.
Originalmente, cuando fue diseñado, el arquitecto hizo colocar grandes paneles de espejos en las paredes. Cuando llegó el primer embarque desde París, encontraron horrorizados que los espejos estaban rotos.

(Photo by: Commons Wikimedia-PublicDomain)
El contratista los tiró a la basura y le llevó las tristes nuevas al arquitecto. De forma sorprendente, el arquitecto ordenó que se recogiesen todos los trozos rotos, los rompió en pequeños pedazos y los pegó en las paredes para convertirlas en un mosaico de espejados trozos de vidrio plateados y brillantes.
¡Quebrarse para embellecerse! Es posible convertir sus cicatrices en estrellas. Es posible mejorar a causa del quebranto. Es extremadamente raro encontrar en los grandes museos del mundo objetos antiguos que no estén rotos. En realidad, algunas de las piezas más preciadas del mundo son sólo fragmentos que permanecen como un sagrado recuerdo de un glorioso pasado.
Nunca debemos subestimar el poder de Dios para reparar y restaurar nuestra vida.
Él sana a los de roto corazón, y venda sus heridas (Salmos 147: 3).
Fuente: Aguas Refrescantes, Editorial UNILIT
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