El miedo puede ser causado por tantas cosas, desde, enfrentar una terrible enfermedad, encontrarse con alguien amado que hacia tiempo no veías, la perdida de tu casa, negocio o un ser querido,… acercarse a un familiar o amigo y pedir perdón por alguna torpeza, o tener que decirle que no a alguien, entre otras cosas.
El temor puede tocar a nuestra puerta con muchas caretas, pero al final ese temor puede paralizarnos y dejarnos inservibles.

(Imagen: Pixabay-AdobeSpark)
He conocido personas que por temor han paralizado sus vidas, y podría decir que han dejado de vivir, con tal de no enfrentarlo o por causa de haberlo enfrentado y del golpe recibido no han podido recuperarse; porque es cierto, hay temores que golpean muy duro cuando te enfrentas a ellos.
Los golpes del temor pueden ser físicos, emocionales o espirituales, o una combinación de ellos; y es en esos momentos cuando el enemigo, cualquiera que este sea, nos causa ese temor que por momentos es más fuerte que nosotros mismos.
Es en esos momentos que yo recuerdo una promesa del Padre Celestial dada a toda persona que en estos momentos difíciles le buscan: «Pero en aquel día yo te libraré, dice el Señor…» Jeremías 39:17
Deja una respuesta