Y les dijo: Cuando oráis, decid: Padre nuestro que está¡s en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Lucas 11:2

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La oración es poderosa. Es una de las disciplinas espirituales de vitalidad y es el altar de encuentro con lo divino. En la oración hablamos con Dios y en la oración Dios nos habla. Es por tal razón que la oración no es un monólogo, sino un diálogo y un intercambio entre nuestra humanidad y lo divino.
Tres cosas importantes: Que el nombre de Dios sea conocido, amado, honrado y respetado. En segundo lugar, anhelar que nos invada Su Reino, por cuanto el Reino de Dios es presencia, y justicia. Y en tercer lugar, que se haga Su voluntad.
Así que la oración es el punto de encuentro con la gracia de Dios que facilita el proceso mediante el cual cada día seamos como Cristo. Y este proceso dura toda la vida.
La oración es como la pesca. El punto principal de la pesca es la paciencia y la espera. Recuerdo que mi abuelo me llevaba a pescar en la pequeña isla de Vieques, Puerto Rico. Me decía: «Lanza el cordel y espera que el pez muerda
el anzuelo».
Recuerdo que muchas veces la pesca era abundante, los peces picaban inmediatamente, y era uno y otro y otro. Pero también otras veces no mordían el anzuelo y regresábamos con las manos vacías.
Muchas veces oramos y Dios contesta como el rayo en medio de la tempestad. Otras veces oramos, lloramos, perseveramos, nos fatigamos y hasta estamos a punto de perder la esperanza y nada.
Bueno el propósito principal de la oración es que seamos conformados, cambiados y transformados a la semejanza de Cristo. La oración no es solamente pedir, es esperar y esperar en Dios. Muchos creyentes han convertido la oración en una herramienta para negociar con Dios. Dame, dame y dame. Esto es magia, capitalismo y otra cosa menos la oración cristiana.

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Dios siempre nos ha de suplir todas nuestras necesidades. Él conoce nuestras necesidades básicas. El Señor es sanador de nuestras enfermedades. Debo decir que hay quienes tienen cierta condición enferma pero están sanos, y hay quienes están sanos físicamente, pero están enfermos. Recuerden que la oración es esperar con paciencia. Los que esperan en Jehová, nuevas fuerzas tendrán.
Finalmente comparto otro texto para mostrar el significado de la oración.
Pacientemente esperé a Jehová,
Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.
Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso;
Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.
Salmo 40:1-2
Uno espera, en silencio y en llanto, en clamor y en desesperación, pero espera pacientemente. Dios se inclina y escucha, entiende y conforta, acompaña y libra. Nos saca de los pozos de la desesperación y entonces viene lo precioso y lo vital. Nos conforma, nos reforma y nos transforma. Todo esto en la frase, «y enderezó mis pasos».
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