Introducción
Hay muchas historias bíblicas que casi todo el mundo conoce en forma general, pero pocos las conocen en detalle. Hoy nos proponemos comentar una de esas historias que debemos conocer más profundamente: la historia del asesinato de Abel a manos Caín.

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A. El pecado es la actualización de la tentación.
1. Caín, por ser el primer hijo varón—el primogénito—de Adán y Eva, era el heredero legítimo de la «primogenitura». El primogénito recibía una doble porción de los bienes de su padre, su autoridad como líder de la familia extendida o clan, y la responsabilidad de interceder ante Dios por las personas que componían el clan.
2. En su libertad, Dios puede tomar la decisión de obviar las estructuras humanas. En este caso, Dios no reconoce la posición de autoridad y privilegio de Adán. Por el contrario, Dios prefiere el sacrificio de Abel.
3. Caín se indigna ante la decisión de Dios. Por su parte, Dios le advierte de la tentación que le acecha. Dios le indica que «el pecado está a la puerta» (v. 7). Es decir, Dios le dice que el pecado le está acechando, como un ladrón que escondido detrás de una puerta, esperando que la persona entre a su casa para asaltarle. Esta advertencia demuestra el amor de Dios hacia Caín.
4. Caín no le hace caso a la advertencia divina. En lugar de prestar atención a la amorosa advertencia de Dios, Caín persevera en su ira y continúa maquinando contra su hermano.
5. En cierto sentido, podemos decir que Caín estaba siendo tentado. La tentación consiste en el hecho de imaginar la muerte de su hermano. Finalmente, lo que antes eran meras ideas se convierte en un plan que lleva a Caín, finalmente, a asesinar a Abel.
B. El pecado se expresa en la ofensa contra otro ser humano.

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1. En esta porción bíblica encontramos la descripción de varios actos indebidos por parte de Caín, pero solo la ofensa contra su hermano es considerada como «pecado».
2. El hecho de que su ofrenda no haya sido aceptable no es un pecado (v. 5). Por el contrario, se ve como un mal que se puede subsanar.
3. La tentación que acecha a Caín tampoco se toma como pecado (v. 7). Esta se ve como la posibilidad de cometer un acto pecaminoso. Si Caín hubiera resistido la tentación, nunca habría caído en pecado.
4. Por lo tanto, vemos que no adorar a Dios en forma deficiente o equivocada no es pecado. Tampoco es pecado dudar sobre qué debemos hacer. Aún el sentir ira no es pecado, siempre y cuando no de paso a la maldad.
5. El pecado se manifiesta en ofender a otro ser humano. El pecado se manifiesta de manera concreta cuando le hacemos daño a otra persona. En este sentido, podemos afirmar que el pecado tiene una dimensión comunitaria: nuestro pecado afecta a la gente que nos rodea.
C. La práctica del pecado lleva a la esclavitud.

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1. Es interesante lo que—de acuerdo a la historia—ocurre después de que Caín mata a su hermano. Dios se aparece ante Caín y lo confronta. Dios le pregunta a Caín por el paradero de su hermano Abel (v. 9).
2. Aquí la Biblia presenta a Dios como aquel que vela por el cumplimiento de la justicia en el mundo. El texto bíblico afirma que Dios tiene en memoria a las personas justas y a las personas oprimidas por las fuerzas del pecado y de la muerte.
3. Caín responde con una mentira al reclamo divino, afirmando que noconoce dónde está Abel (v. 9). Eso demuestra que Caín se creía superior a Dios; creía que podía engañar a Dios con su astucia.
4. Este hecho revela otro aspecto básico del pecado: el pecado consiste en la confianza radical del ser humano en sí mismo. La persona que vive ciega por el pecado, se convierte en el «centro» de su propio «universo». En la mente y en el corazón de la persona pecadora, Dios ocupa una posición secundaria.
5. Esta absurda confianza absoluta en las posibilidades propias lleva al ser humano a convertirse en un esclavo de sí mismo. La persona pecadora se convierte en una esclava de sus propios deseos, caprichos y necesidades. Cree que todo es lícito para satisfacer sus propios deseos. Por esta razón, ofende, oprime y hasta mata al prójimo para obtener lo que desea.
Conclusión
La historia de Caín y Abel explica cómo se desarrolla y cómo se actualiza el pecado. En primer lugar, el pecado nace como un mal deseo—como una tentación—que la persona imagina. Segundo, la tentación se convierte en una realidad cuando cometemos el acto malsano que tanto imaginamos. Tercero, el pecado nos aleja de Dios, convirtiéndonos en esclavos y esclavas de nuestros propios deseos.
Damos gracias a Dios porque, por medio de la persona de Jesucristo y de la obra del Espíritu Santo, nos permite vivir libres del pecado y de sus consecuencias. Rechacemos, pues, el pecado que está «a la puerta».
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