El niñito miraba a la abuela escribir una carta.
En un momento dado, le preguntó:
-Abuela, estás escribiendo una historia que nos sucedió a nosotros?
-Es por casualidad, una historia sobre mí?
-La abuela dejó de escribir, sonrió y le comentó al nieto:
-Estoy escribiendo sobre ti, es verdad.
-Ahora bien, más importante que las palabras es el lápiz que estoy usando.
-Me gustaría que tú fueras como él, cuando crezcas.
-El niño miró el lápiz, intrigado, y no vio nada especial.
-Pero, si es igual a todos los lápices que he visto en mi vida!
-Todo depende de cómo mires las cosas.
-Hay cinco cualidades en él que, si consigues conservarlas, te harán siempre una persona en paz con el mundo.
Primera cualidad:
-Puedes hacer grandes cosas, pero no debes olvidar nunca que existe una Mano que guía tus pasos.
-A esa Mano la llamamos Dios y Él debe conducirte siempre en la dirección de Su voluntad.
Segunda cualidad:
-De vez en cuando necesito dejar de escribir y usar el sacapuntas.
-Con eso el lápiz sufre un poco, pero al final está más afilado.
-Por tanto, has de saber soportar algunos dolores, porque te harán ser una persona mejor.
Tercera cualidad:
-El lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar los errores.
-Debes entender que corregir una cosa que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la justicia.
Cuarta cualidad
-Lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior,
-sino el grafito que lleva dentro.
-Por tanto, cuida siempre lo que ocurre dentro de ti.
Por último,la quinta cualidad del lápiz:
-Siempre deja una marca.
Del mismo modo, has de saber que todo lo que hagas en la vida dejará huellas y procura ser consciente de todas tus acciones.
(Este escrito se le atribuye al escritor Pablo Coehlo, aunque no hay confirmación de ello).
Deja una respuesta