Poema: Fraternidad
A cada ser que cruce tu camino dile:
Yo soy tu hermano.Toma mi corazón
Toma mi sangre, eslabona tu brazo con mi brazo,
y que tu pena viva con mi pena
y tu entusiasmo colme mi entusiasmo.
La vida es baja si se envuelve en odio,
pero excelsa si se vive amando:
A cada ser que cruce tu camino dile: Yo soy tu hermano.
Yo he sido hecho para ser contigo la dicha de ambos,
y por ti enaltecer mi propia vida y darla,
si es preciso, en holocausto.
Yo he sido hecho para dar consuelo,
y mi filosofía es no hacer daño;
Abrir mi corazón al infinito
y prodigarme a chorros como un cántaro.
La vida es baja si se envuelve en odio,
pero es excelsa si se vive amando.
Ama que ese es el júbilo supremo;
que tu pozo de amor nunca este exhausto;
y si alguno te hiere con inquina;
dale aroma de ensueño, como el de sándalo.
Ama sin que te importe a quien amas;
ama al bueno y al malo;
que el malo también llega a hacerse bueno
por el conjuro de un cultivo sabio.
Que el fuego del amor y la belleza
purifique tu espíritu y tu barro;
que el dolor de tu prójimo sea el tuyo;
y llueva esperanza a tu paso.
El amor es la fuerza milagrosa
que mueve al hombre en transformarse en santo.
A cada ser cruce tu camino dile: Yo soy tu hermano.

(Photo by: Pixabay)
Es motivante leer e internalizar este poema intenso. En él, vemos evangelio, amor de Dios en el corazón humano. Es el amor del bueno que se encarna en nosotros. “Ama y haz lo que quieras”, así decía el teólogo del ecumenismo, Doctor Miguel Bonino.
Hoy quiero destacar la urgencia de la encarnación del amor de Cristo en nuestra mente y corazón y esto porque: El hoy llega muy de prisa. La situación en que vivimos, la unidad de la familia, la sociedad y nosotros como ente particular, reclaman compromiso ineludible e impostergable. Y el “Pan de Dios está servido en la Palabra de Cristo, el Verbo hecho carne para nosotros. Veamos el relato bíblico. Lucas 4:21-30.
Jesús, ha llegado a Nazaret, lugar de crianza y va a la Sinagoga y participa de la liturgia del sábado, leyendo un pasaje de Isaías 61:1-2 diciendo: “Hoy se ha cumplido esta escritura que acabáis de oír”.
Una reacción en cadena surge en la manera de Jesús leer la lectura. Al principio crea perplejidad, admiración, estupor (se admiraban de las palabras de gracia que salían de Sus labios y un tanto perplejos se decían: “¿No es este el hijo de José el carpintero?”) para luego caer en la violencia al ponerse furiosos por lo que leía y la autoridad con que lo decía.
¿Qué ha pasado? ¿Por qué estos cambios tan bruscos y desencadenados por los ciudadanos nazarenos? Hay dos elementos que atizan la crisis del rechazo y que se aplican al presente nuestro. Primero: El hoy ante todo. “Hoy se cumple esta Escritura”. Es que cuando se aparece el Hoy de Dios, el hombre se ve obligado a tomar postura, tomar posición y decidirse. Hacer la elección precisa de escoger o rechazar; no al Mesías futuro, sino al Mesías presente.
El compromiso es hoy y ahora. Es mucho mejor y menos comprometedor una “Salvación para mañana, futurista, una idea abstracta, atemporal de Dios, que tener un mensaje concreto para oprimidos que exigen respuestas inmediatas y precisas. Es más fácil cultivar la espera de Dios que caer en cuenta de que el Reino de Dios se ha inaugurado y que espera que nos ensuciemos las manos para realizar y hacerlo manifiesto ya, ahora, hoy.
El Hoy de Dios es un tiempo interior en nosotros y es implacable, que juzga mis días y mis acciones, denuncia la fragilidad de mis proyectos y la precariedad de los valores que guían mi vida. Condena mis incumplimientos y develan las inconsistencias de mis ideales.
El hoy de Dios, llega demasiado pronto, cuando uno no lo espera y no lo quiere. Y sobre todo, ser escogido con un sí pronunciado ahora, no pospuesto o diferido para mañana. Y pensar que es el hoy de Dios que nos perdona, nos redime y nos hace buenos.
Hace muchos años leí un título de un mensaje que decía: “Un gran hoy, si nos movemos ya”.
Tienes un sueño por realizar, hazlo ahora. Tienes un gran ideal, hazlo ahora. Tienes un gran impulso, hazlo ahora. No se trata de la acción por la acción misma. Dios tiene un plan maestro y diseñado y está en vigor ahora y en Su hoy.
El Espíritu Santo que mora en ti, por medio del Verbo Encarnado, te lo explicará. Escucha tu interior ahora.
“Conciencia, nunca dormida. Dura y pertinaz testigo
Que no dejas sin castigo, ningún crimen en la vida.
Es juez, testigo y verdugo”.
Hoy ha llegado el gozo, la libertad, el amor y la paz de Dios, que va más allá del entendimiento.
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