Tal vez si nos miras, tienes razón. Somos un grupo de personas que enferma, que a veces se deprime y que carga con problemas; mentimos, engañamos y caemos, aunque —por alguna extraña razón— nos gusta fingir que estamos bien y que somos mejores que los demás. Pero si sacas una lupa, hallarás que somos todo, salvo perfectos.
Entonces ¿por qué somos diferentes? ¿Por qué nos consideramos parte de un grupo de élite? ¿Por qué nos despertamos temprano los domingos para asistir a templos? ¿Por qué leemos la Biblia con obsesión?
Cometemos los mismos pecados que el resto. En nuestras congregaciones oyes de adulterio, homosexualismo, hipocresía, chismes y alcoholismo. Así que lo siguiente no lo digo en defensa, sino como algo que creo.
Lo único rescatable que tenemos es que, de algún modo incomprensible… de una manera imperfecta… sin explicación lógica… amamos, sinceramente, y con todo lo que somos y tenemos, sí, nosotros, estos imperfectos nosotros, amamos inevitablemente a Jesús.
Y esto nos une, a pesar de nuestras imperfecciones. Y esto nos hace, en una palabra, cristianos.
Deja una respuesta