“Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron… Y se decían el uno al otro ¿No ardía nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y cuando nos abría las escrituras?” (Lucas 24: 31-32)
En el libro de Gene Edwards, «Perfil de tres Monarcas». EL Autor destaca en el libro tres personajes de la monarquía de Israel: Saúl, David y Absalón. Para fines de este escrito comentaré algo sobre el Rey David.
Me pareció genial el detalle de presentar a David como el octavo y último hijo de Isaí, para destacar que por ser el menor, no tenía con quien ejercer liderato. Por ser el menor el padre lo envía a la pradera a cuidar las ovejas. Los demás hermanos quedarían con los trabajos más fuertes de la finca familiar. Por otro lado, aunque rodeado de la fauna, la flora y la naturaleza en general, tenía presente también la soledad.

(Photo by: Unplash)
Estar en la soledad lo llevaba a refugiarse en los instrumentos que siempre lo acompañaban. La cítara (arpa pequeña) y su famosa honda para practicar la puntería con los árboles en el camino o cualquier animal que asustara a sus ovejas. En la soledad cantaba, hablaba con Dios y a veces lloraba al Dios que lo sostenía.
Un día llego el sacerdote Samuel, buscando a uno de los hijos de Isaí, para ungirlo con aceite y proclamarlo el “Ungido de Dios”, con la visión de ser el futuro Rey de Israel. Samuel después de observar a los siete, pidió que mandaran a buscar a David, el hijo menor que cuidaba las ovejas en la pradera.
La sorpresa fue para todos, porque el sacerdote Samuel, escogió y ungió a David, declarándolo el “Ungido de Jehovah”. Dice la historia bíblica que David, recibió: “el aliento de Dios en su espíritu”. El “aliento de Dios” lo alimentaría en su crecimiento interior. El “aliento de Dios” tenía que ser mezclado con quebrantamiento de espíritu.
El crecimiento siempre es doloroso tanto físico como espiritual. ‘Cuando los caminos se tornan duros, solo los fuertes caminan. El crecer duele. Cuando un adolescente va en vías de la adultez, le llegan los dolores de crecimiento. La masa musculosa y los huesos buscan coordinación física y el proceso es un tanto doloroso. Así sucede también cuando el aliento de Dios, irrumpe en la vida espiritual del ser humano bendecido.
Ahora el llamado era permitir que el “aliento de Dios” creciera lo necesario para hacer la gran tarea que le había de ser señalada. El “Ungido de Dios”, tenía que alimentar su ser interior bien para poder realizar la gran encomienda de Dios. El “aliento de Dios” tenía que ser mezclado con quebrantamiento de espíritu, tristeza y aflicción. Solo así, podría estar listo para caminar con Dios y lograr la plenitud de Dios.
Es mi deseo que mediten conmigo y entendamos juntos esta verdad espiritual. Recibir la investidura de la justicia divina Dios, es maravilloso. Crecemos en gozo, amor, justicia y paz y tenemos una nueva meta: Renovar nuestro entendimiento por medio de la Palabra viva y dejándonos mover por el Espíritu Santo sabiendo que somos templo de Dios y que vive en nosotros por medio de la fe.
Amigos y amigas, “Bienaventurados los que no vieron y creyeron.” No servimos a un Dios muerto. Jesucristo murió y resucitó para que nuestra separación con Dios, estuviera restaurada. Dios ya hizo morada en nosotros. Somos templo de Dios, nuevas criaturas pues ya las cosas han sido hechas nuevas. Nuestra acción es fiesta del Espíritu que nos ha sellado. Ya no estamos en penitencia porque el Sol de justicia nos cubre con su manto. Ahora vivimos en el amor del Señor y por eso amamos y servimos. Es por eso que hacemos la paz. Porque Jesucristo es nuestra paz.
Ahora el llamado está en renovarnos y transformarnos cada día en el Cristo vivificante, el Cristo espiritual que vive por nosotros porque resucitó, ascendió y se entronizo dándonos vida eterna y haciendo la muerte ineficaz.”Vivimos en el Señor por la eternidad. La muerte es real. Sí vamos a morir algún día, pero la muerte ya ha sido vencida. Dios nos hizo hijos suyos nuevamente en Cristo. Estamos completos en Él. La vida eterna ya está garantizada. Somos semillas muertas que en su interior tiene vida y germinará para siempre y por la eternidad. Tendrás aflicciones, quebrantos, pero vencerás. CRISTO EN NOSOTROS ESPERANZA DE GLORIA.
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