Cuentan que en una ocasión se anunció en cierta ciudad de América que un gran violinista tocaría un violín que costaba 1,000 dólares. Ante tal anuncio, el teatro se llenó, pues muchos tenían curiosidad de oír un violín de tan alto precio. (El dólar tenía en aquellos tiempos mucho más valor que hoy).
El violinista dio en efecto, un magnífico concierto: pero apenas apagado el último acorde, el público vio con asombro que el músico arrojaba el violín al suelo y lo pisoteaba hasta convertirlo en astillas.

(Photo by: Pixabay)
Inmediatamente el empresario apareció en medio de grandes murmullos y explicó que el violín destrozado era un violín barato que no tenía gran valor y que a continuación el gran músico tocaría con el violín de mil dólares. La idea era que escucharan con mucha atención para que les dijeran si notaban alguna diferencia.
Cuando lo hizo, muchos de los presentes dijeron que apenas habían notado diferencia. El objeto de la estratagema era demostrar que no es tanto el instrumento como la mano que lo pulsa lo que tiene el mayor valor, constituyendo una propaganda en favor de los violines baratos.
Tú puedes ser un violín de poco valor, pero si te pones en la sabia mano de tu Creador y Señor, enteramente sometido a su voluntad y atento a ella, tu vida puede producir acordes de gracia que hagan decir a las gentes lo que dijeron de los apóstoles «se conoce que han estado con Jesús».
• «De cierto, de cierto les digo: El que cree en mí, hará también las obras que yo hago; y aun mayores obras hará, porque yo voy al Padre». Juan 14:12 —Reina Valera Contemporánea (RVC)
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