Uno de los bienes más preciados de la vida es la amistad verdadera. Y es necesario decir la palabra «verdadera» porque lamentablemente hay amistades que no lo son. Este tipo de amistad no se puede comprar con dinero ni se adquiere fácilmente; requiere la entrega del propio ser, el cultivo diario de la relación y una confianza suprema hacia quien consideramos como amigo.

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La canción «A mis amigos», interpretada de manera emotiva por Alberto Cortez y Facundo Cabral describe de forma magistral el valor de la amistad. «A mis amigos les adeudo la ternura y las palabras de aliento y el abrazo […] A mis amigos les adeudo la paciencia de tolerarme las espinas más agudas, los arrebatos del humor, la negligencia, las vanidades, los temores y las dudas». Y el estribillo dice: «Un barco frágil de papel, parece a veces la amistad, pero jamás puede con él, la más violenta tempestad, porque este barco de papel, tiene aferrado a su timón, por capitán y timonel, un corazón».
Hay personas que tienen la bendición de encontrar en el camino de su vida muchos amigos; algunos, más preciados que otros. Son aquellos que conocemos desde la niñez, o quienes conocemos ya en nuestra etapa adulta, pero que se vuelven como «almas gemelas». Con ellos se comparten sueños, éxitos y derrotas donde encontramos refugio y consuelo. Podemos afirmar que la amistad es un regalo de Dios.

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Por otro lado hay personas que viven solas y ya no creen en la amistad. Han sido defraudadas por aquellos que consideraban sus amigos y les cuesta volver a creer que alguien se pueda acercar sin intenciones de utilizarlas para satisfacer su propio ego.
Poco tiempo antes de ser crucificado, Jesús les dijo a sus discípulos:
«El que a mí viene yo no lo echo fuera […] Nadie muestra más amor que quien da la vida por sus amigos […] Ya no los llamo sirvientes […] Los llamo amigos, porque les he contado todo lo que me enseñó mi Padre» (Juan 6.37; 15.13,15).
¡Vuelve a creer que la amistad verdadera es posible! Todavía hay gente buena en esta Tierra. Aún podemos soñar con ser valorados y tenidos en cuenta. Si tienes amigos, cuídalos y haz algo hoy mismo por demostrar su afecto por ellos. Pero mucho más importante, busca encontrarte con quien quiere ser tu Mejor Amigo: el Señor Jesucristo.
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