Cuando tengo la oportunidad de «aumentar el lente», me doy cuenta que Dios le pone tanto detalle a las cosas que parecen tan insignificantes. Lo que para nosotros es un organismo sencillo o seres vivos de orden inferior no carecen ni de complejidad ni de la suficiente atención de Dios para que sea detallista en darles forma y color y hasta… sentido del humor.
Es el punto de Jesús: «Si Dios le pone tanta atención a las cosas pequeñas ¡cuánto más atención no creen que les pone a ustedes!» En la época que Jesús hablaba, la gente no podía mirar las cosas como quizás podemos hacerlo hoy, estamos llenos de fotos de flores ampliadas, de insectos amplificados, de hojas y todas sus venas… podemos ver de primera mano a qué Jesús se refería con «tanta atención a las cosas pequeñas». ¿Y en nuestra vida?
No creo que algo sea pequeño u ordinario cuando lo ponemos frente al lente de Dios, de repente nos damos cuenta que cada momento cuenta, que cada persona (¡aún los malos, acusadores, infames, detractores!) cuenta, y que cada pedazo de nuestro ser cuenta delante del Dios que llamó todas las cosas y fueron.
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