¿Qué se puede hacer cuando una ya casi llega a los 40? ¿Cómo sentirnos? Frente a los hijos, nuestro marido, la vida, los amigos, una misma: ¡ESTAFADA!
Y sí, vivimos en una sociedad donde se nos pide ser súper amantes. Siempre jóvenes, sin una gota de celulitis, pero, por supuesto, no olvidándose del pantalón que dejamos en la tintorería, la comida que más le gusta y la torta de ricota que jamás vamos a preparar como mamá, perdón SU mamá. Pero a la vez, madrazas que corren tras los hijos las 24 horas del día, haciendo los deberes, contándoles cuentos, historias bíblicas, cuidando su higiene. Velado por lo que ven, que oyen, con quiénes están. Llevándolos al colegio, club, cumpleaños, casa de amiguitos, el médico, el psicólogo, sin dejar de comentar que uno es adolescente y otro un bebé.
Debemos ser amigables. No olvidarse ninguna fecha de cumpleaños, de nuestros amigos, cuñadas, cuñados, sobrinos, padres y suegros y de los de él (esposo). Ninguna actividad, y, por supuesto, no olvidarnos de nosotras. De las clases de gym, de nuestra profesión, pero, puf!!! Y después de esto, ¿qué? ¿Cuándo vivimos? ¡AHORA! Porque cuando se llega a esta edad podemos mirar atrás y decir «Gracias Dios por darme a mi compañero de quién ocuparme y demostrarle en cada pequeño acto, y que a pesar de que jamás haré la torta o la comida como su mamá, igual lo amo. A mis hijos, que aunque hoy no puedan reconocerlo, cuando ellos sean padres digan (como yo lo digo hoy) ¿cómo podía mi mamá hacer todo; saber todo?» Y agradecerle a Dios y a la vida el estar ahí, con la mano y el abrazo fácil, y el «te quiero mucho» a flor de labios. Limpiando narices y curando raspaduras de la bicicleta y el skate. Celebrando sus triunfos y llorando sus fracasos. ¿Qué decir de amigos y parientes, que a pesar de todo, es una bendición tenerlos? que sin ellos no seríamos nosotros, el mate cercano, la pizza del sábado a la noche, del «a ver cuando nos juntamos a comer algo» porque a ésta edad, otra cosa no queda.
«Gracias Señor. por ésta edad y todos estos años bien vividos y enséñame a vivir lo que me queda desarrollando las virtudes de la mujer virtuosa de Proverbios 31. Esposa y madre ejemplar, trabajadora incansable, hospitalaria, caritativa, espiritual, la clase de mujer que tu quieres que sea, en el lugar donde tu quieras, porque sin lugar a dudas ese será el mejor lugar».
(autora desconocida)
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