Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo trasforma en no apto para impacientes: Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.
Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto, que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles. Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de solo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30 metros!
¿Tardó sólo seis semanas en crecer?

(Photo by: Unplash)
No. La verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.
Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.
Es muy común encontrar gente que pretende hacer cambios rápidos en su vida buscando triunfos apresurados y soluciones inmediatas sin entender que el éxito es el resultado de un proceso de crecimiento interno y que éste requiere tiempo.
Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados a corto plazo, abandonan súbitamente, justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.
- ¿Cuánto tiempo destinas en tu día a la capacitación?
- ¿Cuánto tiempo dedicas a la planificación?
- ¿Cuánto tiempo dispones a revisar tu plan cada día?

(Photo by: Unplash)
De igual manera es necesario entender que probablemente en muchas ocasiones, frente a nuestros objetivos, estaremos frente a situaciones en las que creeremos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante.
¿Cuál es tu actitud frente a los objetivos que todavía no alcanzaste?
En esos momentos necesitamos recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que en tanto no bajemos los brazos, ni abandonemos por no «ver» el resultado que esperamos hay un cambio que está sucediendo dentro nuestro: estamos creciendo y madurando y colocando las bases para nuestro futuro crecimiento.
Las personas que no se den por vencidas van a ir creando en forma gradual e imperceptible los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando este al fin se materialice.
El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un proceso que nos exige aprender nuevos hábitos y descartar otros.

(Photo by: Unplash)
¿Qué objetivos ya te has dado por vencido y los vives desde la resignación?
Por otra parte no hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante.
Tampoco debemos olvidar que si sembramos peras no cosecharemos duraznos.
- ¿Estas seguro de haber sembrado aquello que esperabas cosechar?
- Y saber que hay un tiempo para sembrar y otro para cosechar.
- ¿Cuál es tu momento actual?
- ¿Estás siendo coherente con él? ¿o pretendes cosechar sin haber sembrado?
Necesitamos también prestar atención al suelo donde ponemos nuestra semilla y saber que cuantas más semillas sembremos más probabilidades tendremos de cosechar lo que queremos.
Agradecemos a Cesar Saavedra, director de «Hombres y mujeres de valor» por habernos enviado esta colaboración basada en un libro que leyó y que le inspiró a reflexionar en su lectura de esta manera.
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