Hace un tiempo un grupo de esposas de pastores me invitaron para acompañarlas a un strip-tease (club de mujeres que se van despojando de su ropa).Al principio estaba un poco indecisa. Y no por razones que ustedes se estén imaginando.
Amo a la gente. Especialmente los que están hecho pedazos. Es parte de mi vocación. Pero, teniendo en cuenta lo que he atravesado, sé cuán frágil pueden estar las personas que se sienten destruidas.
También sé lo insensible que la iglesia puede ser. Y eso me hacía sentir incómoda. Sin embargo, estas no eran simplemente un grupo más de esposas de pastores. Ellas tenían una visión. Una visión que anhelaba dar amor a las mujeres que la sociedad había echado a un lado.
Me recordó mucho a Jesús. Así, que me uní al grupo. Su plan era visitar estos clubes una vez al mes para ofrecerles una comida y cestas de regalo. Me uní a ellas la primera noche y para ser sincera, no tenía idea de lo qué podía esperar allí. Aunque estaba totalmente consciente de donde estaba entrando.
Llegamos y el portero nos hizo pasar al lugar de vestuario donde nos presentamos y comenzamos a distribuir los regalos y comida. Me sorprendió lo que vi y te voy a decir por qué:
Me criaron para creer que nada bueno viene de lugares como ese. Lo cual es probablemente cierto. Por eso, yo estaba llena de temores (al igual que muchos niños cristianos) hacia «lugares como estos” donde se encontraban «esas personas» que eran paganas haciendo todo tipo de cosas vergonzosas, pecaminosas.
Que, de nuevo, es el caso de los clubes de strip-tease, de bares y muchos otros lugares, incluso las iglesias. Sin embargo, estas niñas encantadoras eran tan normales. Al hablar con una de ellas en particular, me recordaba a cualquier madre joven con la que hablaría en la línea de espera en la escuela. Restando el hecho de que ella no tenía mucha ropa puesta – Traté de no centrarme en eso. Porque si vas a caminar con Jesús, vas a encontrarse en algunas situaciones bastante incómodas.
Ellas mostraron fotos de sus hijos, hablaron del embarazo (que estaba embarazada en el momento) charlaron acerca de tratar de recuperar la forma después de tener un bebé, etc. Era una conversación tan normal.
Pero, mientras hablábamos, y yo miraba a los ojos, lo que veía era mujeres – mujeres jóvenes y destruidas que tenían historias, probablemente parecida a la mía o la tuya.
No nos quedamos mucho tiempo y cuando nos fuimos, nos dieron las gracias más de una vez. Mientras conducía el auto hacia mi casa, me desplomé. No porque sintiera lástima por ellas. No porque yo pensaba que era mucho mejor de lo que eran ellas. No porque me daba pena su circunstancia. Lloré porque mi corazón estaba quebrantado.
Una cosa que el Señor sigue haciendo en mi corazón, es llenándolo de humildad. Por esa razón, una y otra vez, en innumerables ocasiones, creo que voy a servir a algún alma humilde y salgo deshecha por completo debido a la condición en la cual mi propio corazón es expuesto.
Lloré ante Dios pidiendo su perdón en la forma en que había considerado a las mujeres en esta profesión. Porque, una de aquellas mujeres pude haber sido yo o cualquiera de nosotros.
Mi viaje había tomado un par de giros diferentes, que muy bien podría haber estado en el lado receptor de ese encuentro. Aquello me chocó. Tuve mi bebé poco después de esa visita y no pude volver a las visitas mensuales para ver a las mujeres.
Sin embargo, me quedé en contacto con una de las mujeres organizadoras y de vez en cuando, le pregunto cómo va. Las han estado visitando desde hace un año y recibieron permiso para dejar una caja para que las mujeres dejen allí sus peticiones de oración.
Las primeras veces que recogieron la caja tenía cosas tontas escritas en ella. Pero continuaron dejándola allí. Durante las siguientes semanas y meses (mientras continuaban mostrando amor a estas mujeres), las peticiones de oración se volvieron reales, exponiendo situaciones reales, daños reales y necesidades reales.
La última vez que mi amiga y yo nos reunimos, le pregunté por los clubes de strip-tease y esto fue lo que dijo:
“Sus ojos siempre, siempre se llenan de lágrimas cuando hablamos de ello porque Dios ama a estas mujeres preciosas. Las mujeres están empezando a llegar a más. He estado comunicándome por mensajes texto con una de ellas y así he logrado conectar con ella de forma más profunda”.
Hablamos un poco más y me dijo algo que me sacudió.
“Sabes lo que una de ellas me dijo la última vez?» Que estaba muy contenta de que hubiéramos ido a visitarlas, porque no somos como las otras iglesias”.
Le dije: «¿Qué quería decir con eso?» «Al parecer, otras iglesias envían mensajes electrónicos de odio todo el tiempo”, me respondió.
Estoy segura que mi cara cambió de colores. El shock e incredulidad se apoderó de mí. Nos miramos una a la otra y comenzamos a llorar.
¡Gente, Iglesia! ¿Qué estamos haciendo?
¿Hemos olvidado (o nos limitamos a cantar canciones) de que Jesús era un amigo de los pecadores?
¿Hemos olvidado que es su bondad la que nos lleva al arrepentimiento?
¿Hemos olvidado que sólo la sangre de Jesús nos hace santos?
¿Que todos nuestros hermosos materiales de la Biblia son como trapos de inmundicia sin él?
Jesús no tenía miedo de caminar en amor con el menos de los menos. Al igual que con la escoria de la escoria.
Se sentó y comió con los pecadores, Pecadores, feos, brutos y a los religiosos, los odiaba por ello.
Hace algunos años, me encontré con la esposa de otro pastor que compartió conmigo un ministerio similar. Después de varios meses desarrollando relaciones con los bailarines, le solicitaron permiso a los propietarios para celebrar un estudio de la Biblia en el club de strip-tease, sólo para los bailarines.
Sorprendentemente, se les dio un sí. Así, comenzaron a dirigir un estudio de la Biblia en el club. El marido de esta mujer (que era un pastor) se acercó y asumió el reto. Y, por meses los bailarines ni siquiera lo miraron a los ojos.
Pero él seguía apareciendo. Pronto, una por una, las mujeres se entregaron a Jesús a través del humilde liderazgo de este pastor. Hubo sesiones de oración. Las mujeres fueron puestas en libertad. Y muchos se fueron restaurados a llevar una vida saludable.
Todo porque este grupo de mujeres y este pastor no tuvieron miedo de ir a donde Dios los estaba guiando.
No estoy sugiriendo que todos tenemos este llamado. No soy el Espíritu Santo. Lo que estoy diciendo es que si Jesús estuviera aquí, caminando entre nosotros, ¿no estaría haciendo lo mismo, caminando en lugares no cristianos y trastornado por completo con lo que la gente religiosa está llevando a cabo?
Solo un pensamiento: Él amó y sigue amando
Sin embargo, sólo puede llegar tan lejos como tú y yo estemos dispuestos a ir.
Abrazos,
Anna
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