Sobre nuestras vidas soplan como viento, toda clase de circunstancias… algunas más difíciles que otras… Como en lo natural, muchas veces no se puede saber cuando una tormenta va a comenzar…a veces simplemente llegan…

(Photo by Pixabay)
Yo he visto tres clases de tormentas en la palabra de Dios…
Vi una donde podemos caminar sobre ella (Mt.14:22).
Otra en la que el Señor la reprendía (Mr 4:35-41) y podemos pasar al otro lado…
Y vi otra , en la que después del naufragio sólo hay un madero donde aferrarse… (Hch 27:39-44)
¿Has visto soplar vientos tan fuertes, que sin previo aviso, hicieron volar tus más fuertes sueños? ¿Has tenido que aferrarte a un madero cuando estos vientos quieren derribar tu fe? ¿Has cruzado la tormenta, en medio de una lluvia de acusaciones, que como granizo, golpean tu rostro y lastiman tu piel…? ¿Has tratado de pasar por la tormenta sin salir mojado? De la misma manera, no podemos salir iguales de las luchas y de las pruebas…siempre salimos transformados…cuando aferrados a la cruz esperamos que por la misericordia de Dios, seamos rescatados de nuestras circunstancias…
No evites las tormentas que Dios te manda–aprende a caminar sobre ellas, o a reprenderlas para pasar al otro lado…o si estás aferrado a ese madero en medio de un mar de dificultades–aférrate–resiste con la seguridad de que el más hermoso día esta por amanecerte.
Levanta tus ojos y mira, abre tus oídos y escucha a tu Señor que te dice:
«He orado para que tu fe no te falte». Aferrados al madero Eterno, mientras pasa la tormenta.
«Jehová te bendiga y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti y tenga de ti misericordia, Jehová alce sobre ti su rostro y ponga en ti paz». Num 6:24-26.
Colaboración de la revista «Mujeres de Gracia»
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