Es común pensar que solo a nosotras nos suceden las peores cosas, que estamos solas en nuestro dolor, que nadie nos escucha ni presta atención. Sentimos que nuestro dolor es intenso, y nuestra tristeza será por siempre ya que (pensamos) nuestro caso es irreversible.
¿Quién puede comprender el dolor de una mujer? A veces ni siquiera otra mujer puede entrar hasta lo profundo de nuestro ser y descubrir la magnitud de el. Es posible que nuestros seres más queridos no se den cuenta de el y le resten importancia, sin saber que ese dolor, esa angustia esta carcomiendo, destruyendo nuestra felicidad y conduciéndonos a una depresión que terminara al fin con nuestras fuerzas, salud emotiva y física. Pero… ¿estamos solas? ¿Somos las únicas? ¿Es problema de nuestra generación?
Seria bueno retroceder muchos años atrás para ver si las mujeres de la antigüedad pasaban por momentos angustiosos, como los enfrentaban y que aprendemos de sus experiencias.
Vayamos a la Biblia, ya que en ella relata la vida de muchas mujeres y a mi criterio es la mejor fuente de información donde se describe la vida de ellas, sin ocultar sus virtudes y fracasos. En el primer libro de Samuel, en el capitulo 1, encontramos a una mujer, Ana, ella vivió en el tiempo cuando estaba permitido al hombre tener mas de una esposa, así que compartía el hogar con Penina.
Ana era muy amada por su esposo, pero no podía tener hijos (eso era una gran afrenta, motivo de dolor y angustia). Penina no era tan amada, pero…tenia hijos y se burlaba de Ana y la despreciaba, haciéndole la vida imposible a tal punto que, cuando iban a la
ciudad para adorar a Dios y ofrecer sacrificios, Ana ni siquiera deseaba comer, aunque su esposa le daba (a ella) la parte escogida, porque la amaba. Eso pasaba cada ano, Ana solo lloraba. Su esposo no comprendía su dolor.
¿Cuántos años sufrió? No lo dice la Biblia, pero si dice que por fin Ana tomo una decisión… fue al templo a orar, siempre iba, pero nunca había ido a hablar personalmente con Dios, a exponer su problema y dejarlo en Sus manos confiando en que El haría lo mejor para su vida.
La Biblia relata minuciosamente lo que ella hizo: «con amargura de alma oro a Dios y lloro abundantemente»; «oraba largamente delante de Dios»; «hablaba en su corazon»; «derramo su alma delante de Dios». Ella dijo que, «por la magnitud de sus congojas y de su aflicción había hablado».
Después de esta entrega, de su aflicción y dolor a Dios, Ana creyó en El y ya no le preocupo mas su situación, la había puesto en Sus manos y El haría lo mejor para ella y los suyos, su corazón se lleno de gozo, la Biblia dice que «comió y no estuvo mas triste», al otro día adoraron a Dios y se fueron a su casa.
¡Qué buen remedio para un corazón afligido y acongojado! Ve como Ana y derrama tu corazón ante Dios, deja en El todo lo que te afecta y a cambio toma de Su gozo, así no estarás mas triste.
¡El, sí, comprende a las mujeres! Ana creyó a Dios… y ¿tu?
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