Por medio de una operación en el brazo Dios me condujo de la duda a la certeza, al verdadero conocimiento de Dios. Después de haber pasado por la operación, desperté, sentía voces, me decían no te preocupes todo está bien. Nuevamente oía voces, hasta comprender que mi vida estaba dirigida por una máquina respiratoria para mantenerme viva. Pasé 24 horas de mi vida en intensivo.
Me preguntaba estoy al borde de la muerte. La incertidumbre llenó mis pensamientos; ¿Cómo estar segura del perdón de Dios? ¿Será este mi camino hacia ti Señor Jesús?

(Photo by: Unplash)
Una fuerza poderosa entonces, después de haber oído una vez más, una voz que decía; “no te preocupes, todo está bien, todo está bien, todo está bien”, no podía aceptar ningún otro pensamiento que el de la sangre de Cristo sobre mí. Confesé a Dios mis pecados, pecados ocultos que estaban en mí, sentía su presencia, la cual estaba profundamente sometida a él. Le pedí al Señor que se acostara conmigo y Su luz penetró en mí: entonces una inmensa paz me invadió: ya no existían temores ni dudas sino una seguridad que nunca antes había conocido. La muerte y la resurrección de Cristo me ofrecían el único medio para que mis pecados fuesen perdonados por el Dios todopoderoso. Para que el Padre celestial me recibiese, no podía aceptar ningún otro rescate que la sangre de Cristo en mí.
Como seres pecadores, todos nos hallamos en dificultades y situaciones que no podemos librarnos por nuestro propio esfuerzo. Sólo el Señor Jesús puede librarnos y obrar una verdadera salvación. Su amor y perdón es más grande que el del pecado que nos mantiene prisioneros. ¿Qué podemos hacer por nuestra parte? Dar una respuesta que manifieste nuestra fe. Debemos entregarnos a él para que nos pueda ayudar.
Quien reconoce su propia incapacidad para salvarse a sí mismo, y busca ayuda sólo en el Señor Jesús gozará de su promesa y su salvación.
(El Señor) se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre la peña, y enderezó mis pasos. Salmo 40:1-2.
Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjuagado con sus cabellos. Lucas 7:44.
Gracias Señor Jesús por tu Amor y Perdón.
“La oración mueve la mano de Dios”.
Por María Gisela González de Dávila
Coral Springs, FL.
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