Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas… Isaías 43:2a
Cuando llegan las lluvias, los riachuelos se convierten en arroyos, los arroyos se transforman en ríos, y los ríos se desbordan e inundan casas, granjas, pueblos y ciudades.
Cuando algo así sucede, las personas afectadas no pueden hacer otra cosa que observar cómo las aguas dañan, y en algunos casos para siempre, sus posesiones, sus futuros, y sus vidas.

(Photo by: Pixabay)
Pero las aguas son sólo un ejemplo. Son muchas las dificultades que pueden surgir y que hacen que nos sintamos desamparados e impotentes frente a las adversidades de la vida.
Quizás en estos momentos usted esté pasando por alguna de ellas, y esté pensando: “¿Por qué? ¿Qué he hecho para merecer esto? Parece que a Dios no le importo mucho”.
La respuesta a esas preguntas se encuentra en el libro de Isaías, donde el Señor dice: “Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas…”.
El Señor no dice que las aguas no vendrán, pero sí promete que ellas no van a tener la última palabra en nuestra vida. Dios no dice que los ríos no se van a desbordar, pero sí asegura a sus hijos que ni aún los torrentes podrán cubrir a quienes confían en su amor.
La misma misericordia que Dios nos mostró en el pesebre de Belén, en la cruz del Calvario, y en la tumba vacía de Jesús, sigue estando con nosotros cada día de nuestra vida.
Es cierto que a veces no es fácil verla, especialmente cuando pasamos por momentos difíciles, pero Dios promete estar con nosotros en todo momento, y él siempre cumple sus promesas.
ORACIÓN: Querido Señor Jesús, gracias por estar conmigo cuando me siento solo y desamparado. Gracias por ayudarme a ver lo que realmente valgo. Gracias por mostrarme que nada de lo que me sucede en esta vida es más grande que tú. En tu nombre. Amén.
Cristo Para Todas Las Naciones, publicado con permiso.
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