Conocí hace algún tiempo un personaje que en su negocio guardaba una peluca, bigote postizo y un sombrero de alas anchas, para ocultar su identidad. Así hacia de sus anchas sin ser reconocido.

(Photo by: Pixabay)
Aun en la Biblia podemos ver personajes con estas características. El Rey Acab, se disfrazó para la batalla con una máscara para no revelar su identidad. ¿Cuál fue la sorpresa? Una flecha perdida le sorprendió con la muerte. El Rey Jeroboam, personaje bíblico de no buen comportamiento con Dios, envió a su esposa disfrazada para no ser reconocida para pedir sanación para su hijo. El Profeta le pregunto a la disfrazada: ¿Qué desea esposa de Jeroboam?
En mi Isla de Puerto Rico, existe un proverbio de pueblo que dice: «La mona aunque se vista de seda mona se queda». “Aludiendo a estas personas que no actúan con autenticidad escondiéndose en sus disfraces. El Profesor Domingo Marrero, catedrático y presidente de la Universidad de Puerto Rico, solía decir que el manto de Jesucristo era de una sola pieza para destacar que el verdadero humano(a) tiene que ser auténtico, sin disfraces, genuino, sin dobleces como la hoja de Yagrumo [Árbol que la hoja tiene dos caras por una lado blanca y por el otro la obscuro].
Tenemos que ser como Jesús y estar en Jesucristo con las virtudes esenciales para crecer erguidos con el porte de la estatura de nuestro Señor Jesucristo. El Apóstol Pablo dice: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Jesucristo vivificará también vuestros cuerpos mortales porque su Espíritu mora en vosotros.” (Romanos 8:11) “Justificados, pues, por medio de la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.” (Romanos 5:1)
¡VIVAMOS A CARA DESCUBIERTA!
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