En una reunión de creyentes, pregunté a manera de introducción: ¿Conocemos la gracia en intimidad con Dios? Ver la cara de ellos fue sorprendente, un silencio llenó la reunión de todo el grupo. Uno de ellos levantó la mano y dijo: “Quiero dar un testimonio a manera de confesión al grupo”. En mi larga vida como creyente debí dedicarle mucho más tiempo a tener una mejor intimidad con Dios. Un pastor jubilado, realizado dijo: “Ahora puedo vivir la vida cristiana”. Es una confesión terrible. Sin embargo hay una alerta: “Nunca permitan que las presiones del trabajo o estudios, le hagan alejarse, de la misión crítica de su vida: “Conocer íntimamente a Dios.”
El Amor de Dios despierta nuestra fe, para que nosotros sintamos la salvación y le creamos a Jesucristo, que en la cruz depositó tus pecados y los míos, nuestras separaciones de Él, y sintiéramos en su resurrección la gran verdad de que somos hijos de Dios en Jesucristo. Todo esto se da en la Cruz, la muerte de Cristo, sin merecerla. Es decir gratuitamente. Solo creerle a Dios.
La vida del creyente en Cristo es vivir en Gracia. Max Ducado, lo dice claramente: “La gracia se trata completamente de Jesús. La gracia vive porque él vive, obra porque él obra, e importa porque él importa. Jesús puso plazo al pecado y celebró una danza de victoria en una tumba. Ser salvo por gracia, es ser salvo por él. No por ideas, doctrinas, credo o membresía en una iglesia, sino por el mismo Jesús.
Recibir la gracia nos pone en un alto privilegio de ser hijos de Dios y el Espíritu de Dios viene a entrar en nuestro espíritu haciendo morada en nosotros.”El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará y vendremos él y haremos morada. <Juan14:23> El Apóstol Pablo dice: ¿No sabéis que soy templo de Dios y que el Espíritu de Dios mora en ustedes.” < 1Corintios 3:16 >
Tener una relación íntima con Dios, es suficiente para que nuestro corazón esté lleno de placer durante toda la vida. La intimidad con Dios tiene que ser el gozo y el deleite del corazón de cada hermano o hermana creyente. La intimidad con Dios es algo maravilloso que dura para toda la vida. Quizás estoy casi seguro que en mi interior he anhelado lanzarme a una relación más profunda y llena de Dios.
La pregunta más importante es: ¿Cómo podemos cultivar la intimidad de Dios por toda la vida? ¿Cuáles son las consideraciones prácticas de mis responsabilidades? Mi familia, trabajo, estudio, etc. Ahora bien, primeramente tenemos que reflexionar que la totalidad de la vida debe estar centrada en Dios. Es sentirse enganchados en Dios, en nuestro continuo vivir. Se necesitan más personas con profundidad espiritual, que grandes personas inteligentes y talentosas.
La intimidad con Dios no es una opción. Tampoco es un momento ocasional de altura en la vida. Es una vida vivida con gozo abandonado a la misericordia de Dios, en un continuo vivir descubriendo el corazón. La intimidad con Dios debe ser intencional, hasta hacerla una realidad vivida de un anhelo que surja del corazón. La intimidad con Dios es una expedición, una búsqueda a través de la vida. La clave de la intimidad es la liberación de Cristo, dentro del corazón del creyente. Es la vida del espíritu dejando que fluya el Espíritu de vida. La vida cristiana lleva su ritmo donde “ya no vivo yo sino Cristo en mi.” < Gálatas 2:20 . El creyente tiene que estar en continuo crecimiento y renovación vivificante que es la presencia del morador de Cristo. Aquí está lo dinámico de la intimidad. Es Cristo en nosotros bendecido por el poder de la intimidad.
Yo termino con lo que dice el Apóstol Pablo a Los Gálatas: “Hijito mío, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros.” < Gálatas 4:19 >
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