En una ocasión un hombre viajaba por la costa de una isla caribeña y notó que una gran sequía empañaba su belleza. El verano reflejaba un clima de estepa desértico y los ríos se habían detenido por la falta de agua.

(Photo by: Unplash)
Por un momento detuvo su vista sorprendido al ver un hermoso árbol de flamboyán. Aquel árbol estaba cubierto de un hermoso follaje de distintos matices rojizos, anaranjado y verde.
A la ribera del camino decidió preguntarle a un campesino: ¿Por qué ese árbol no está seco como los demás? El hombre le respondió con palabras sencillas: «Eso se debe a sus raíces. Este árbol, aunque tiene raíces horizontales, hay algunas que crecen verticales y penetran hasta alcanzar una gran profundidad en la tierra. Cuando viene la temporada de sequía, su follaje conserva su belleza gracias a éstas raíces que han encontrado agua en las profundidades del suelo».
La Palabra de Dios dice que el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará su sementera. Cuando hablamos de las bendiciones de Dios, podemos decir que Dios usa todo canal, pero hace mejor uso de los que están dispuestos y receptivos y, de los que proveen las condiciones más favorables. Aquellos que son canales profundos, directos y libres de obstáculos.
¿Sientes que se ha secado tu espíritu? ¡Busca un canal de bendición! Examina las profundidades de tu corazón y abre tus oídos a lo que Dios tiene que decirte, quizás en un silbido apacible, o quizá en el ruido de la más terrible tormenta de tu vida. La experiencia superficial a nada nos lleva. Hay que buscar la experiencia profunda, no emocional ni manipulante.
El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará. (Fil. 1.6 RVR60).
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